Page 71 - Puntas de Iceberg
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LA FUGACIDAD




Lucía se despertó temprano ese día. Salió de la casa y puso por
primera vez su tierno pie sobre la hierba. Hacía dos minutos que

había nacido y ya su rostro comenzaba a presentar arrugas, pero era

la primera vez que salía de la casa. Al poner su otro pie, su tía
Soledad la llamó para almorzar. Antes de volverse, su hermana

Tristeza le tomó la mano y se hicieron amigas eternas. Cuando se
despidió de Tristeza, vio a lo lejos al halcón de ojos dorados que

había visto nacer hace un segundo, morir de viejo.

Supo que era tarde, pero al tratar de nuevo entrar a la casa, sus

pies arreumatados ya no le respondieron. Su voz ya casi apagada
susurró a Soledad, pero ella ya había muerto hacía tiempo. No tuvo

otra salida que dejarse caer para morir sobre el suelo pedregoso y
seco, donde alguna vez hubo hierba que acarició la ternura de un

pie.
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