Page 67 - Puntas de Iceberg
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más, una melodía que se confundía con el viento, semejante a un

gemido.

–¡Caroooole!


Y Carole se levantó. Sus ojos centelleaban rojos, su piel comenzó
a desgarrarse, el vello de su cabeza, axilas y sexo comenzó a

extenderse por la carne descubierta, dando forma a un ser envuelto
en pelo fino, y volvió su cabeza, lentamente, hacia el asustado chico

desnudo con la máscara de diablo, y, entre bufidos, una voz rasposa,
claramente de mujer, dijo:


—¡Querido, ya estás aquí!
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