Page 63 - Puntas de Iceberg
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—¡Ay, Ernest! No entiendes… No sé… bueno, yo… Está bien, te
contaré. ¿Ves aquel roble, el que parece ser un dios de muchos
brazos? Detrás de él mi amor y yo nos encontramos. No puedes
imaginártelo, Él me hace la mujer más feliz del mundo. Nunca había
conocido el amor, hasta que lo conocí a él. Despierta mi pasión de
una manera que no imagino otro hombre que pueda hacerlo, él...
—¡Carole! No, no puedo creer lo que oigo… ¡Carole, diciendo esas
cosas y vistiendo así!
—Sabía que era mal idea contarte... No lo vas a entender. Ernest,
el amor transforma. Cuando estoy con él soy otra. Mi ser cambia; mi
piel se abre al placer; mis sentidos se agudizan; dejo de pensar; dejo
de ser yo.
Y dentro de Ernest algo comenzó a doler. No se había dado cuenta
antes, toda su teoría de atracción hormonal se estaba demostrando
falsa. ¿Era amor lo que sentía? Parece, porque algo explotó…
—¡Ya no me digas más! No quiero oír más… Vete, se te hace tarde.
Yo no diré nada.
Carole entendió todo. Le tenía cariño, Ernest era el único que no
se burlaba de ella, sabía que tenía buen corazón.
—Ernest, yo... yo no esperaba importarte tanto como para ponerte
así... ¿Estás enamorado de mi? ¡Oh, Ernest! ¡Cómo lo siento!
Perdóname. Sabes que te quiero como amigo, eres muy buen
muchacho pero no, no podemos ser más que eso. ¿Entiendes? Es que
tú jamás podrás satisfacerme como él...Yo...yo...
Pero Ernest ya había desaparecido detrás del campo de
zanahorias.
***
—¡Oye! ¡Ernest! mi pequeño amigo.
—¡No me molesten!... Por favor, no.
—Mira, Ernest, no somos tan malos después de todo. Si te hicimos
una bromita...
contaré. ¿Ves aquel roble, el que parece ser un dios de muchos
brazos? Detrás de él mi amor y yo nos encontramos. No puedes
imaginártelo, Él me hace la mujer más feliz del mundo. Nunca había
conocido el amor, hasta que lo conocí a él. Despierta mi pasión de
una manera que no imagino otro hombre que pueda hacerlo, él...
—¡Carole! No, no puedo creer lo que oigo… ¡Carole, diciendo esas
cosas y vistiendo así!
—Sabía que era mal idea contarte... No lo vas a entender. Ernest,
el amor transforma. Cuando estoy con él soy otra. Mi ser cambia; mi
piel se abre al placer; mis sentidos se agudizan; dejo de pensar; dejo
de ser yo.
Y dentro de Ernest algo comenzó a doler. No se había dado cuenta
antes, toda su teoría de atracción hormonal se estaba demostrando
falsa. ¿Era amor lo que sentía? Parece, porque algo explotó…
—¡Ya no me digas más! No quiero oír más… Vete, se te hace tarde.
Yo no diré nada.
Carole entendió todo. Le tenía cariño, Ernest era el único que no
se burlaba de ella, sabía que tenía buen corazón.
—Ernest, yo... yo no esperaba importarte tanto como para ponerte
así... ¿Estás enamorado de mi? ¡Oh, Ernest! ¡Cómo lo siento!
Perdóname. Sabes que te quiero como amigo, eres muy buen
muchacho pero no, no podemos ser más que eso. ¿Entiendes? Es que
tú jamás podrás satisfacerme como él...Yo...yo...
Pero Ernest ya había desaparecido detrás del campo de
zanahorias.
***
—¡Oye! ¡Ernest! mi pequeño amigo.
—¡No me molesten!... Por favor, no.
—Mira, Ernest, no somos tan malos después de todo. Si te hicimos
una bromita...