Page 58 - Puntas de Iceberg
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colocaba su ropa sucia en la bolsa negra y sacaba de la blanca sus
enaguas largas y su blusa blanca de mangas bombachas. Luego
entraba al agua, donde cerraba los ojos y, acariciando su cuerpo,
dibujaba una sonrisa de satisfacción en un rostro extrañamente
transfigurado.
Alex no era ningún tonto. Ernest era el primero de su clase,
siempre llegaba temprano, hacía las tareas y ponía atención al menor
respiro de su maestro. Cuando Ernesto comenzó a llegar tarde, a
dormirse en clase, olvidar las tareas, y pasar el día soñando
despierto, Alex sospechó algo. La pandilla de Alex: Carl, Albert y
"Chock", se reunió esa noche para vigilar al genio Ernest. ¿Una
chica? Era lo más seguro.
Ernest faltó a la clase de química por primera vez en su vida. El
horario de esta clase le había impedido seguir a Carole cuando esta
salía de su cuarto. Siempre la había visto llegar, pero nunca salir.
Ese día la seguiría y descubriría quién era el que le provocaba tal cara
de satisfacción.
Mientras esperaba, trataba de darle sentido a su obsesión. Sentía
celos sin sentido, ni siquiera le hablaba mucho a Carole, ambos eran
tímidos, solitarios; víctimas de las bromas crueles de Alex. Podría
pensarse que eran algo así como almas gemelas, pero no, el amor no
atrae polos iguales; aunque sí se sentía atraído. ¿Serían sus
hormonas? La belleza salvaje de la Carole transfigurada: llena de
tierra y pasto. Seguro que lo inundaba de un coctel de testosterona y
lutropina explosivo. Eso tenía que acabar, lo estaba consumiendo,
atrasando en los estudios. ¡Lo estaba volviendo loco!
Esta noche la seguiría y conocería al macho que tenía el poder de
cambiarla. Esta noche trataría de llevarse el mayor desaire posible,
para así acabar con su adicción. Sin embargo, no contaba con que
Alex no lo dejaría:
—¡Ajá!, conque aquí tenemos a nuestro genio, esperando a su
chica. ¿Y qué le tienes de regalo? ¿Una rasuradora?
enaguas largas y su blusa blanca de mangas bombachas. Luego
entraba al agua, donde cerraba los ojos y, acariciando su cuerpo,
dibujaba una sonrisa de satisfacción en un rostro extrañamente
transfigurado.
Alex no era ningún tonto. Ernest era el primero de su clase,
siempre llegaba temprano, hacía las tareas y ponía atención al menor
respiro de su maestro. Cuando Ernesto comenzó a llegar tarde, a
dormirse en clase, olvidar las tareas, y pasar el día soñando
despierto, Alex sospechó algo. La pandilla de Alex: Carl, Albert y
"Chock", se reunió esa noche para vigilar al genio Ernest. ¿Una
chica? Era lo más seguro.
Ernest faltó a la clase de química por primera vez en su vida. El
horario de esta clase le había impedido seguir a Carole cuando esta
salía de su cuarto. Siempre la había visto llegar, pero nunca salir.
Ese día la seguiría y descubriría quién era el que le provocaba tal cara
de satisfacción.
Mientras esperaba, trataba de darle sentido a su obsesión. Sentía
celos sin sentido, ni siquiera le hablaba mucho a Carole, ambos eran
tímidos, solitarios; víctimas de las bromas crueles de Alex. Podría
pensarse que eran algo así como almas gemelas, pero no, el amor no
atrae polos iguales; aunque sí se sentía atraído. ¿Serían sus
hormonas? La belleza salvaje de la Carole transfigurada: llena de
tierra y pasto. Seguro que lo inundaba de un coctel de testosterona y
lutropina explosivo. Eso tenía que acabar, lo estaba consumiendo,
atrasando en los estudios. ¡Lo estaba volviendo loco!
Esta noche la seguiría y conocería al macho que tenía el poder de
cambiarla. Esta noche trataría de llevarse el mayor desaire posible,
para así acabar con su adicción. Sin embargo, no contaba con que
Alex no lo dejaría:
—¡Ajá!, conque aquí tenemos a nuestro genio, esperando a su
chica. ¿Y qué le tienes de regalo? ¿Una rasuradora?