Page 56 - Puntas de Iceberg
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pesadilla como las que había estado teniendo, había estado
somnoliento todo este tiempo. La píldora y el licor, mala
combinación. Sí, eso era, se había quedado dormido y soñó toda la
conversación. Había logrado evitar una desgracia. Pero en ese
momento otra idea explotó en su mente. ¿Y si esa era la idea? ¿El
destino le avisaba algo terrible para que él lo detuviera? ¿Con qué
fin? No, no tenía sentido. En realidad, mejor olvidaba todo. Todo
estaba bien ahora. Mañana iría a la policía a poner la denuncia —por
si acaso—, y traería un técnico para que revisara el teléfono. Se
levantó y se sirvió un trago más.
El señor Soto se sentó, ya más calmado, en su sillón. Pensó en que
había que programar otro vuelo. Incluso pensó en la posibilidad de
ir él volando a traer a sus tesoros. Tomó su vaso y miró el que se había
hecho añicos en el piso. La pantalla seguía emitiendo luz:
…astrófico, horrible, todas las personas que iban en ese
avión; mientras que el otro logró llegar a salvo al
aeropuerto, éste que no tenía problema aparentes de
repente se desploma…
El avión que se caía se había salvado, pero otro avión que iba
llegando al aeropuerto cayó en picada de un momento a otro, pocos
minutos antes de empezar a descender.
— ¡Ese idiota! Al famoso destino le falló todo; se cayó el avión
equivocado. Pobre estúpido.
Por un segundo pensó en la gente que venía en el avión. Tantas
personas muertas… pero sintió alivio de que sus dos tesoros no
estuvieran en el aire. Miró la pantalla… El segundo vaso también se
hizo pedazos contra el piso: en un primer plano, los bomberos, en
medio de las llamas, empujaban un letrero que decía "Hamilton”.
somnoliento todo este tiempo. La píldora y el licor, mala
combinación. Sí, eso era, se había quedado dormido y soñó toda la
conversación. Había logrado evitar una desgracia. Pero en ese
momento otra idea explotó en su mente. ¿Y si esa era la idea? ¿El
destino le avisaba algo terrible para que él lo detuviera? ¿Con qué
fin? No, no tenía sentido. En realidad, mejor olvidaba todo. Todo
estaba bien ahora. Mañana iría a la policía a poner la denuncia —por
si acaso—, y traería un técnico para que revisara el teléfono. Se
levantó y se sirvió un trago más.
El señor Soto se sentó, ya más calmado, en su sillón. Pensó en que
había que programar otro vuelo. Incluso pensó en la posibilidad de
ir él volando a traer a sus tesoros. Tomó su vaso y miró el que se había
hecho añicos en el piso. La pantalla seguía emitiendo luz:
…astrófico, horrible, todas las personas que iban en ese
avión; mientras que el otro logró llegar a salvo al
aeropuerto, éste que no tenía problema aparentes de
repente se desploma…
El avión que se caía se había salvado, pero otro avión que iba
llegando al aeropuerto cayó en picada de un momento a otro, pocos
minutos antes de empezar a descender.
— ¡Ese idiota! Al famoso destino le falló todo; se cayó el avión
equivocado. Pobre estúpido.
Por un segundo pensó en la gente que venía en el avión. Tantas
personas muertas… pero sintió alivio de que sus dos tesoros no
estuvieran en el aire. Miró la pantalla… El segundo vaso también se
hizo pedazos contra el piso: en un primer plano, los bomberos, en
medio de las llamas, empujaban un letrero que decía "Hamilton”.