Page 57 - Puntas de Iceberg
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EL SUSTO




El pie de Ernest resbalaba en la delgada saliente, pero sus dedos
adoloridos seguían sosteniendo su cuerpo para mantener el ojo
pegado a la rendija en la ventana, que daba justo a la abertura de la

cortina baño.

Carole no era la chica más bella del colegio internado mixto. Era

más bien una chica rara: facciones no tan finas, pelo desarreglado,

de anteojos anticuados, vestida fuera de moda, extremadamente
inteligente de día; bien peinada, minifalda pegada al cuerpo, pintura

en el rostro que la hacía ver salvaje de noche. Su secreto era
custodiado por Ernest, que la había descubierto hace algunas

semanas mientras devolvía una tortuga que había escapado de la
fuente. Después de ese día, estuvo ahí todas las noches, observando

la misma rutina de llegar llena de pasto con su top azul y su minifalda
blanca llena de sangre y manchas color tierra. Luego, al entrar en el

ala de aseo, miraba cómo se dirigía corriendo en el más absoluto
silencio hacia el baño. Siempre llevaba dos bolsas de papel. Las

distinguía por los colores: una blanca y otra negra. Al desnudarse,
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