Page 60 - Puntas de Iceberg
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—Albertcito, ¿podrías decirlo más alto para que nos oiga?
¡Silencio! Vamos a ver, pensemos un poco: si se duerme en clase, es
porque se desvela. Si se desvela por fisgonear a una chica, significa
que una de ellas llega a desnudarse en ese baño o en otro lugar del
ala. Le interesó Carole y se extrañó cuando dije de su nombre.
Muchachos: creo que Carole no es lo que parece…
Sí, Alex no era ningún tonto. Tenía una inteligencia inútil para el
estudio, pero increíble para analizar gente. Lo malo es que la usaba
principalmente para planear bromas.
Ernest pensó un rato. No se decidía entre volver a su anterior
punto de espera, cerca de los dormitorios de mujeres, o esperar en el
ala de aseo. Posiblemente, Alex andaría por ahí. Mejor era abortar la
idea de esta noche. Luego, uno de los vestidores se iluminó. ¿Carole?
No había forma de ver desde el exterior. Ernest tendría que entrar
para averiguar si era ella. Un edificio solo y oscuro, justo como los
odiaba. Pero esa obsesión pudo más que el miedo. Entró.
En el corredor principal, oscuro con excepción de la puerta del
vestidor iluminada, Ernest sintió escalofríos. Imaginó tantas
películas de terror en las que el tonto personaje se mete en sitios
oscuros; a propósito, para que se lo coma la bestia. No tenía sentido
hacerlo, le parecía lo más tonto del mundo, pero ahí estaba él,
adentrándose, llevado en contra de su racionalidad, por una
embriaguez de hormonas.
La entrada era una puerta de barras de metal, cuyo cerrojo no era
nunca enllavado. Ernest corrió el pestillo con la mayor delicadeza
para que el metal no gritara su presencia. Entró. Sus dos primeros
pasos marcaron ecos débiles, pero luego sus puntillas reprimieron
los posteriores. Lentamente, llegó hasta la puerta iluminada.
—¿Qué es eso tan horrible?
—Mira Carl, esta es una máscara del demonio: el Diablo. La hizo
mi tío y me asegura que es una cara auténtica, pues él mismo lo vio
cuando era joven.
¡Silencio! Vamos a ver, pensemos un poco: si se duerme en clase, es
porque se desvela. Si se desvela por fisgonear a una chica, significa
que una de ellas llega a desnudarse en ese baño o en otro lugar del
ala. Le interesó Carole y se extrañó cuando dije de su nombre.
Muchachos: creo que Carole no es lo que parece…
Sí, Alex no era ningún tonto. Tenía una inteligencia inútil para el
estudio, pero increíble para analizar gente. Lo malo es que la usaba
principalmente para planear bromas.
Ernest pensó un rato. No se decidía entre volver a su anterior
punto de espera, cerca de los dormitorios de mujeres, o esperar en el
ala de aseo. Posiblemente, Alex andaría por ahí. Mejor era abortar la
idea de esta noche. Luego, uno de los vestidores se iluminó. ¿Carole?
No había forma de ver desde el exterior. Ernest tendría que entrar
para averiguar si era ella. Un edificio solo y oscuro, justo como los
odiaba. Pero esa obsesión pudo más que el miedo. Entró.
En el corredor principal, oscuro con excepción de la puerta del
vestidor iluminada, Ernest sintió escalofríos. Imaginó tantas
películas de terror en las que el tonto personaje se mete en sitios
oscuros; a propósito, para que se lo coma la bestia. No tenía sentido
hacerlo, le parecía lo más tonto del mundo, pero ahí estaba él,
adentrándose, llevado en contra de su racionalidad, por una
embriaguez de hormonas.
La entrada era una puerta de barras de metal, cuyo cerrojo no era
nunca enllavado. Ernest corrió el pestillo con la mayor delicadeza
para que el metal no gritara su presencia. Entró. Sus dos primeros
pasos marcaron ecos débiles, pero luego sus puntillas reprimieron
los posteriores. Lentamente, llegó hasta la puerta iluminada.
—¿Qué es eso tan horrible?
—Mira Carl, esta es una máscara del demonio: el Diablo. La hizo
mi tío y me asegura que es una cara auténtica, pues él mismo lo vio
cuando era joven.