Page 64 - Puntas de Iceberg
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—¡Vaya bromita, Alex!
—¡Oye, calma! Mira, hemos oído lo que hablabas con Carole.
Perdón por entrometernos, pero nos parece que ella es una perdida,
sin ánimo de dañarte.
—Sí, creemos que ella no sabe lo que es el amor, lo confunde con
el placer –dijo Albert con aire de filósofo.
—Además, ella no puede compararte con el otro tipo si nunca te ha
probado –dijo Chock suprimiendo una sonrisa.
—Sí, ella no debería hacerte eso, debería ver qué tienes que decir y
qué tienes que dar – sentenció Alex, mientras hacía una seña a los
demás para que mantuvieran la compostura.
—Miren muchachos, primero ustedes son unos metiches, segundo
Carole tiene su vida y es Carole quien tiene que escoger lo que quiere
hacer con ella, a mí no me importa.
—¡Claro que sí te importa! Vamos a ver, si la amas de verdad, debes
hacer algo para apartarla de ese camino, aunque la alejes de ti –Alex
tramaba algo.
—Miren muchachos, no sé lo que se proponen, pero...
—¿La quieres o no?
—Pues, sí, la quiero, la amo, y mucho. Daría mi alma al sufrimiento
eterno por ella.
—Bien, entonces ven con nosotros...
***
—Alex, ¿podrías decirme qué diablos está haciendo esa tipa?
—¡Cállate!
—Pero, ¿no la ves?, hincarse desnuda ante un roble y cantar así me
parece de locos...
—¡Qué te calles!¿No ves que puedes herir los sentimientos de
Ernest con esos insultos?
Ernest estaba asustado, decepcionado…
—¡Oye, calma! Mira, hemos oído lo que hablabas con Carole.
Perdón por entrometernos, pero nos parece que ella es una perdida,
sin ánimo de dañarte.
—Sí, creemos que ella no sabe lo que es el amor, lo confunde con
el placer –dijo Albert con aire de filósofo.
—Además, ella no puede compararte con el otro tipo si nunca te ha
probado –dijo Chock suprimiendo una sonrisa.
—Sí, ella no debería hacerte eso, debería ver qué tienes que decir y
qué tienes que dar – sentenció Alex, mientras hacía una seña a los
demás para que mantuvieran la compostura.
—Miren muchachos, primero ustedes son unos metiches, segundo
Carole tiene su vida y es Carole quien tiene que escoger lo que quiere
hacer con ella, a mí no me importa.
—¡Claro que sí te importa! Vamos a ver, si la amas de verdad, debes
hacer algo para apartarla de ese camino, aunque la alejes de ti –Alex
tramaba algo.
—Miren muchachos, no sé lo que se proponen, pero...
—¿La quieres o no?
—Pues, sí, la quiero, la amo, y mucho. Daría mi alma al sufrimiento
eterno por ella.
—Bien, entonces ven con nosotros...
***
—Alex, ¿podrías decirme qué diablos está haciendo esa tipa?
—¡Cállate!
—Pero, ¿no la ves?, hincarse desnuda ante un roble y cantar así me
parece de locos...
—¡Qué te calles!¿No ves que puedes herir los sentimientos de
Ernest con esos insultos?
Ernest estaba asustado, decepcionado…