Page 97 - Puntas de Iceberg
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a mirar por última vez aquella selva verde por la ventana, palidecida
por el perlado lunar. Él nunca se preguntó el porqué de su
sufrimiento, pero entendía perfectamente lo que lograba.el Balance
debía ser mantenido. Ya quedaban pocos de los suyos, suficientes
para devorar la contaminación de El Balance roto. Para eso habían
sido creados por aquella tierra.
Cerró los ojos por un momento, para ver lo que no podía con la
vista. Escuchó las olas armonizando con las melodías nocturnas, los
suspiros y chirridos de las criaturas pequeñas y frágiles, esas
protegidas con aquel sacrificio, con aquel dolor. La costa estaba
cerca, y agradeció el poder terminar su misión en el mismo lugar
que le dio la vida, aquella costa llena de riqueza que alguna vez tuvo
tal nombre.
Sintiendo la paz que lo envolvía, abrió los ojos por instinto, solo
para ver que en la oscuridad se comenzaban a notar objetos. Supo
entonces que el momento había llegado. Cerró de nuevo los ojos y
su pequeña trompa tomó forma de sonrisa, una manifestación de la
alegría que venía de su diminuto corazón. Flotó y sintió en el rostro
el aire marino, acariciante y puro, y se sintió satisfecho. En ese
preciso instante, su amor explotó mientras se sublimaba,
haciéndose brisa, envuelto en un intenso destello azul.
por el perlado lunar. Él nunca se preguntó el porqué de su
sufrimiento, pero entendía perfectamente lo que lograba.el Balance
debía ser mantenido. Ya quedaban pocos de los suyos, suficientes
para devorar la contaminación de El Balance roto. Para eso habían
sido creados por aquella tierra.
Cerró los ojos por un momento, para ver lo que no podía con la
vista. Escuchó las olas armonizando con las melodías nocturnas, los
suspiros y chirridos de las criaturas pequeñas y frágiles, esas
protegidas con aquel sacrificio, con aquel dolor. La costa estaba
cerca, y agradeció el poder terminar su misión en el mismo lugar
que le dio la vida, aquella costa llena de riqueza que alguna vez tuvo
tal nombre.
Sintiendo la paz que lo envolvía, abrió los ojos por instinto, solo
para ver que en la oscuridad se comenzaban a notar objetos. Supo
entonces que el momento había llegado. Cerró de nuevo los ojos y
su pequeña trompa tomó forma de sonrisa, una manifestación de la
alegría que venía de su diminuto corazón. Flotó y sintió en el rostro
el aire marino, acariciante y puro, y se sintió satisfecho. En ese
preciso instante, su amor explotó mientras se sublimaba,
haciéndose brisa, envuelto en un intenso destello azul.