Page 94 - Puntas de Iceberg
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—¡Que linda historia! ¿Y en ese museo del que me contaste,

Enías, no tendrá una Danta para conocerla?

—No Jo, hay muchos animales extintos que no conocemos, solo

tenemos la mención de sus nombres en las historias. Ya te dije,

cuando ocurrió toda la destrucción, el conocimiento se fue
perdiendo.

—Bueno, Enías, la esperanza siempre está viva. Recuerda cuando

creímos que las ratas se habían extinguido y reaparecieron a los
meses. Muchas nuevas especies han aparecido también. El Balance

es sabio.

—Tienes razón, Yonrich. Las ratas fueron una gran alegría. Y

pensar que nuestros antepasados las mataban y trataban de
exterminarlas.


—¿Es cierto eso, Enías? ¿Por qué?

—Sí, Jo, lamentablemente es cierto. Pero luego te cuento más,

nos estamos distrayendo y Yonrich debe iniciar su lección.

—No, Enías, no es distracción, todo es aprendizaje… Todo. Me
alegra bastante que te haya tocado un aprendiz tan preguntón,

querido Enías. Los que salen con esa hambre de conocimiento

llegan muy lejos. Incluso podría volverse investigador, como tu
padre. Ahora, pequeño Jo, vamos a comenzar: aprenderemos a

decir “buenos días” en Inglés…

***

—Gut… mornin, jau ir yo… jau arrr yo…


—Tranquilo, Jo; de tanto repetirlo todos los días que vengamos a
la clase con Yonrich, lo aprenderás. Te llevaré a almorzar a tu lugar.

—Enías… ¿Por qué la gente mataba a las ratas? ¿Se las comían?


—No Jo, no las mataba para alimento. Según cuentan los famosos
abuelos de Yonrich, las ratas eran consideradas sucias, asquerosas,

a la gente les daba miedo verlas y las mataba por eso.
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