Page 96 - Puntas de Iceberg
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—Debe haber alguna regla del Balance que lo evita. El carroñero
es un misterio para nosotros, hay muchas cosas que podemos
aprender de él. Mi papá los ha estado estudiando.
—Cierto, Yonrich dijo que tu papá era un investigador y que yo
podía llegar a ser uno. ¿Qué hace él?
—Él busca preguntas interesantes y trata de responderlas con
observación. De hecho, ayer mismo nos pasó algo fascinante:
encontramos un carroñero que parecía moribundo. El olor era
insoportable, pero cuando nos acercamos el carroñero estaba
tirado, no se movía, pero sí respiraba. Entonces lo pudimos atrapar,
sabes que es casi imposible hacerlo, y lo llevamos a sa’ ù. Si quieres
mañana que pase por ti, vamos para que lo veas.
—No sé si quiera ir. Huelen terrible.
—Nos tapamos con una tela gruesa. Viéndolo de cerca es un
animal algo bello. Ese color rojo que tiene para avisar que es
venenoso, es muy vivo, como fuego. Muy pequeño, como la palma
de mi mano, y no suena, pareciera que fuera mudo.
—Bueno, aún con la tela gruesa no creo que alguien quiera ir a
verlo.
—Otosán fue, anoche. Tienes que conocer a Otosán, viene del
Este y tiene unas historias maravillosas. Apenas lo vio, dijo que era
como un “Baku enano”. Los Baku eran bestias mitológicas que se
comían las pesadillas de las personas. Recuerda haberlos visto en
un dibujo en vidrio, cuando fue a los museos de más al norte. ¿No
es interesante? ¿No vas a venir?
—Bueno, está bien. Si no puedo conocer una danta azul, al menos
conoceré al “Baku rojo”.
***
Era una noche hermosa. El pequeño Tibi agradeció la cama
caliente que el humano le había preparado. El dolor era
insoportable, pero los rayos de luna chorreando por las rendijas le
traían paz. Le quedaba poco tiempo y por eso no durmió, se dedicó
es un misterio para nosotros, hay muchas cosas que podemos
aprender de él. Mi papá los ha estado estudiando.
—Cierto, Yonrich dijo que tu papá era un investigador y que yo
podía llegar a ser uno. ¿Qué hace él?
—Él busca preguntas interesantes y trata de responderlas con
observación. De hecho, ayer mismo nos pasó algo fascinante:
encontramos un carroñero que parecía moribundo. El olor era
insoportable, pero cuando nos acercamos el carroñero estaba
tirado, no se movía, pero sí respiraba. Entonces lo pudimos atrapar,
sabes que es casi imposible hacerlo, y lo llevamos a sa’ ù. Si quieres
mañana que pase por ti, vamos para que lo veas.
—No sé si quiera ir. Huelen terrible.
—Nos tapamos con una tela gruesa. Viéndolo de cerca es un
animal algo bello. Ese color rojo que tiene para avisar que es
venenoso, es muy vivo, como fuego. Muy pequeño, como la palma
de mi mano, y no suena, pareciera que fuera mudo.
—Bueno, aún con la tela gruesa no creo que alguien quiera ir a
verlo.
—Otosán fue, anoche. Tienes que conocer a Otosán, viene del
Este y tiene unas historias maravillosas. Apenas lo vio, dijo que era
como un “Baku enano”. Los Baku eran bestias mitológicas que se
comían las pesadillas de las personas. Recuerda haberlos visto en
un dibujo en vidrio, cuando fue a los museos de más al norte. ¿No
es interesante? ¿No vas a venir?
—Bueno, está bien. Si no puedo conocer una danta azul, al menos
conoceré al “Baku rojo”.
***
Era una noche hermosa. El pequeño Tibi agradeció la cama
caliente que el humano le había preparado. El dolor era
insoportable, pero los rayos de luna chorreando por las rendijas le
traían paz. Le quedaba poco tiempo y por eso no durmió, se dedicó