Page 10 - Aquelarre
P. 10
que si odian lo que camina tras él, probablemente la entidad sea
buena.
El mensaje en sí es lo que al final nos convence: esto no es para
vos, tu papel en esto es sólo decirle que visite un puente. Eso fue lo
que me dijo la voz. Mi impresión es que el mensaje es bueno, y al
final Cabeto y yo sentimos que si vamos juntos, podremos
protegernos mutuamente.
Dejamos el jeep un poco más allá. A estas horas casi no hay
tránsito, el asfalto se ve azul junto a nosotros, la doble autopista
debajo del puente permanece silenciosa. Yo hundo las manos en
los bolsillos de mi largo abrigo y Cabeto tiembla de frío en su
suéter. Trae su cámara al cuello, pero sé que no piensa usarla. Los
dos dudamos por un momento y yo doy el primer paso, tratando
de dar el ejemplo, jugando a ser la experta en lo sobrenatural y
sospechando que no tengo ni idea de en lo que estamos metidos.
Vemos al chiquito al mismo tiempo. Tal vez ya estaba ahí, de
pie en las sombras al otro lado de la calle y al final del puente. Me
da la impresión de que lleva una caja en la mano. Chicles, lápices
tal vez. La extiende hacia mí.
-Una ayuda- con voz resentida, impaciente, y cada fibra de mi
cuerpo reacciona con el pavor que todos los humanos sentimos en
presencia de un demonio.
Siento que detrás de mí el mundo desaparece. Cabeto y yo
estamos al borde de una península de cemento: delante de
nosotros, al extremo opuesto del puente, un demonio extiende la
mano y detrás no hay nada.
-Cabeto, date vuelta.
Cabeto lo piensa dos veces. No quiere dejarme sola de cara al
niño. Y me imagino que cada instinto se resiste a darle la espalda.
Sólo ahora entiendo la clase de valor que se necesita para irse sólo
a tomar fotos a un puente embrujado en medio de la montaña, o
pasar la noche como observador pasivo en el sótano de una oficina
donde supuestamente asustan. Cabeto se da la vuelta y siento, más
que verlo, que se encuentra cara a cara con una luz que no produce
sombras.
Cabeto cae de rodillas, pero yo no me atrevo a girar para ver si
está bien. La criatura al final del puente comienza a hablar de
buena.
El mensaje en sí es lo que al final nos convence: esto no es para
vos, tu papel en esto es sólo decirle que visite un puente. Eso fue lo
que me dijo la voz. Mi impresión es que el mensaje es bueno, y al
final Cabeto y yo sentimos que si vamos juntos, podremos
protegernos mutuamente.
Dejamos el jeep un poco más allá. A estas horas casi no hay
tránsito, el asfalto se ve azul junto a nosotros, la doble autopista
debajo del puente permanece silenciosa. Yo hundo las manos en
los bolsillos de mi largo abrigo y Cabeto tiembla de frío en su
suéter. Trae su cámara al cuello, pero sé que no piensa usarla. Los
dos dudamos por un momento y yo doy el primer paso, tratando
de dar el ejemplo, jugando a ser la experta en lo sobrenatural y
sospechando que no tengo ni idea de en lo que estamos metidos.
Vemos al chiquito al mismo tiempo. Tal vez ya estaba ahí, de
pie en las sombras al otro lado de la calle y al final del puente. Me
da la impresión de que lleva una caja en la mano. Chicles, lápices
tal vez. La extiende hacia mí.
-Una ayuda- con voz resentida, impaciente, y cada fibra de mi
cuerpo reacciona con el pavor que todos los humanos sentimos en
presencia de un demonio.
Siento que detrás de mí el mundo desaparece. Cabeto y yo
estamos al borde de una península de cemento: delante de
nosotros, al extremo opuesto del puente, un demonio extiende la
mano y detrás no hay nada.
-Cabeto, date vuelta.
Cabeto lo piensa dos veces. No quiere dejarme sola de cara al
niño. Y me imagino que cada instinto se resiste a darle la espalda.
Sólo ahora entiendo la clase de valor que se necesita para irse sólo
a tomar fotos a un puente embrujado en medio de la montaña, o
pasar la noche como observador pasivo en el sótano de una oficina
donde supuestamente asustan. Cabeto se da la vuelta y siento, más
que verlo, que se encuentra cara a cara con una luz que no produce
sombras.
Cabeto cae de rodillas, pero yo no me atrevo a girar para ver si
está bien. La criatura al final del puente comienza a hablar de