Page 11 - Aquelarre
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forma inaudible, formando palabras horrendas que no alcanzan a
llegar a mí. Sus ojos negrísimos están fijos en un punto sobre mi
hombro derecho, entre Cabeto y yo.
No sé cuánto tiempo pasa, conmigo paralizada del susto, el
demonio iracundo, que desaparece finalmente en lo que parpadeo,
y Cabeto, que está aún de rodillas cuando yo me atrevo a voltearme.
Por un momento no puedo creer que el mundo existe aún después
del puente. Miro alrededor, confundida. Hay una calidad en el
aire, en el cemento mismo, que parece más real para mí que
cualquier creación humana. Algo más grande que nosotros ha
estado aquí y por reflejo, en reconocimiento al inmenso poder
residual, me arrodillo también.
No quiero hablar, siento que las palabras rasgarían algo
precioso en el aire. Cabeto es el que empieza.
-No pueden cruzar el agua.- Habla despacio, como en trance.
-Están entrando a la ciudad por los puentes y ellos los esperan para
hacerlos devolverse… Los puentes son lugares de paso…
Se me ocurre la idea absurda de que los ángeles usan
Paranormal.org para buscar los puentes embrujados de San José.
De todas las cosas sobrenaturales que Cabeto habría esperado de
su famosa página web, ésta sería definitivamente la última…
-Dijo que me sigue porque me han dado el don de sentir
cuando un demonio intenta pasar. Así los encuentran a tiempo.”
-¿Ellos te dieron el don?
Cabeto dice que sí. Puedo sentirlo imaginando cómo esto va a
afectar el resto de su vida, y de repente me da cólera. Todo lo que
Cabeto quería era estar en contacto con un poco de magia. Hubiera
estado contento con tomar una foto con orbes de luz sobre la
cabeza de alguien o con ver un ovni en la playa, pero esto es casi un
castigo, una venganza.
-Dijeron que yo lo estaba pidiendo.
Me levanto, asqueada. Ya el cielo comienza a verse rosado y
gris y el puente se ve como lo que es, cemento y concreto, sin
sombras inexplicables.
-Podés decirles que no- le digo; -todos tenemos derecho a
elegir.
-¿Por qué te enojás? No es una decisión difícil.
llegar a mí. Sus ojos negrísimos están fijos en un punto sobre mi
hombro derecho, entre Cabeto y yo.
No sé cuánto tiempo pasa, conmigo paralizada del susto, el
demonio iracundo, que desaparece finalmente en lo que parpadeo,
y Cabeto, que está aún de rodillas cuando yo me atrevo a voltearme.
Por un momento no puedo creer que el mundo existe aún después
del puente. Miro alrededor, confundida. Hay una calidad en el
aire, en el cemento mismo, que parece más real para mí que
cualquier creación humana. Algo más grande que nosotros ha
estado aquí y por reflejo, en reconocimiento al inmenso poder
residual, me arrodillo también.
No quiero hablar, siento que las palabras rasgarían algo
precioso en el aire. Cabeto es el que empieza.
-No pueden cruzar el agua.- Habla despacio, como en trance.
-Están entrando a la ciudad por los puentes y ellos los esperan para
hacerlos devolverse… Los puentes son lugares de paso…
Se me ocurre la idea absurda de que los ángeles usan
Paranormal.org para buscar los puentes embrujados de San José.
De todas las cosas sobrenaturales que Cabeto habría esperado de
su famosa página web, ésta sería definitivamente la última…
-Dijo que me sigue porque me han dado el don de sentir
cuando un demonio intenta pasar. Así los encuentran a tiempo.”
-¿Ellos te dieron el don?
Cabeto dice que sí. Puedo sentirlo imaginando cómo esto va a
afectar el resto de su vida, y de repente me da cólera. Todo lo que
Cabeto quería era estar en contacto con un poco de magia. Hubiera
estado contento con tomar una foto con orbes de luz sobre la
cabeza de alguien o con ver un ovni en la playa, pero esto es casi un
castigo, una venganza.
-Dijeron que yo lo estaba pidiendo.
Me levanto, asqueada. Ya el cielo comienza a verse rosado y
gris y el puente se ve como lo que es, cemento y concreto, sin
sombras inexplicables.
-Podés decirles que no- le digo; -todos tenemos derecho a
elegir.
-¿Por qué te enojás? No es una decisión difícil.