Page 31 - Aquelarre
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un poquito agradable el sonido que odiaba, pues presagiaba una
linda tarde con su esposo acompañados de una par de deliciosas
tazas de café recién hechas.
Entró despacito, casi sin hacer ruido, y corrió a la cocina, pero
no encontró a su esposo ahí… la cafetera seguía sonando fuerte y
casi aturdía, pero entre ese ruido pudo escuchar que él se
encontraba en su habitación. Corrió sigilosa, llena de emoción, y
mientras la cafetera de pito gritaba despiadada, vio en su cama,
como si estuviera agradeciendo en cuerpo y alma su preciado
regalo, a su esposo con su compañera de trabajo.
Mientras la cafetera de pito continuaba su atroz alarido, él le
dijo: ¡Qué bueno que ya te enteraste! ¡Solo muerto volveré a tu
lado!
Y desde ese día, en que él se marchó, la cafetera de pito era lo
único que interrumpía, a las tres de la tarde, el depresivo silencio
que rondaba su casa. Aún no se explicaba cómo día con día la
seguía utilizando, si ya él no estaba. Era tal vez una forma de
recordar que alguna vez estuvo ahí y la soportó durante el tiempo
que estuvieron juntos porque realmente lo amaba. Y el ruido
infernal le recordaba todas las tardes que su perdón había llegado
incluso antes de encontrarlos juntos esa tarde. Pero
lamentablemente, él no había entendido cuánto lo amaba y había
optado por irse con su nuevo amor. De algo sí estaba segura: tanta
era su devoción, que entendió hasta ese momento que él también
tenía derecho a ser feliz, aún a costa de su propia honra y felicidad.
Pero esa tarde, al mismo tiempo que la cafetera de pito
empezaba a sonar, una hermosa sorpresa le aguardaba. El timbre
sonó… y era él. Venía con un ramo de flores y le pidió perdón. Sin
más, se abrazaron y se amaron como nunca. Ni siquiera había
nada de qué hablar, pues estaba segura que él sabía de su gran
amor y devoción. Estuvieron toda la tarde y la noche juntos. Su
amor nunca se había extinguido. ¡Fue una de las mejores noches
que había tenido!
Por la mañana, con la alegría en sus labios y el amor puro en
su corazón, mientras él dormía, fue a poner orgullosa la cafetera de
pito, regó las plantas y recogió el periódico. Y mientras la cafetera
linda tarde con su esposo acompañados de una par de deliciosas
tazas de café recién hechas.
Entró despacito, casi sin hacer ruido, y corrió a la cocina, pero
no encontró a su esposo ahí… la cafetera seguía sonando fuerte y
casi aturdía, pero entre ese ruido pudo escuchar que él se
encontraba en su habitación. Corrió sigilosa, llena de emoción, y
mientras la cafetera de pito gritaba despiadada, vio en su cama,
como si estuviera agradeciendo en cuerpo y alma su preciado
regalo, a su esposo con su compañera de trabajo.
Mientras la cafetera de pito continuaba su atroz alarido, él le
dijo: ¡Qué bueno que ya te enteraste! ¡Solo muerto volveré a tu
lado!
Y desde ese día, en que él se marchó, la cafetera de pito era lo
único que interrumpía, a las tres de la tarde, el depresivo silencio
que rondaba su casa. Aún no se explicaba cómo día con día la
seguía utilizando, si ya él no estaba. Era tal vez una forma de
recordar que alguna vez estuvo ahí y la soportó durante el tiempo
que estuvieron juntos porque realmente lo amaba. Y el ruido
infernal le recordaba todas las tardes que su perdón había llegado
incluso antes de encontrarlos juntos esa tarde. Pero
lamentablemente, él no había entendido cuánto lo amaba y había
optado por irse con su nuevo amor. De algo sí estaba segura: tanta
era su devoción, que entendió hasta ese momento que él también
tenía derecho a ser feliz, aún a costa de su propia honra y felicidad.
Pero esa tarde, al mismo tiempo que la cafetera de pito
empezaba a sonar, una hermosa sorpresa le aguardaba. El timbre
sonó… y era él. Venía con un ramo de flores y le pidió perdón. Sin
más, se abrazaron y se amaron como nunca. Ni siquiera había
nada de qué hablar, pues estaba segura que él sabía de su gran
amor y devoción. Estuvieron toda la tarde y la noche juntos. Su
amor nunca se había extinguido. ¡Fue una de las mejores noches
que había tenido!
Por la mañana, con la alegría en sus labios y el amor puro en
su corazón, mientras él dormía, fue a poner orgullosa la cafetera de
pito, regó las plantas y recogió el periódico. Y mientras la cafetera