Page 78 - Puntas de Iceberg
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—¡Abran paso!, –un sirénido robusto acalló el caótico barullo; era

su voz como un estruendo que acompañaba el portentoso batir de sus

alas.

—¡Comandante Anótatos! Mis saludos. Espero que reconozca a

quién han capturado. –la voz del microgrifo era profunda e
inquietante.

—Te haces llamar Skírnir, también conocido como El Mensajero

de Enkel, pero nosotros aún no sabemos quién eres en realidad.

—Lo que importa es quién es el que me envía y el mensaje que me

ha encargado entregarles. Por tanto ¡soltadme inmediatamente!

—Mis tropas tienen hambre.

El barullo volvió, leve, como intentando tomar valor ante la

magnificencia del microgrifo.

—Enkel escucha todo lo que ustedes dicen, yo soy su conducto. Les

sugiero que valoren su lealtad y sus propias vidas. Ahora…
¡suéltenme o me soltaré yo! -Sus musculosas patas traseras se

tensaron: a pesar de ser del tamaño de un león común, eran temibles.
Todos quedaron inmóviles por un segundo, hasta que un sirénido

menudo soltó la red.

—Así que tú eres Anýparktos. El único sirénido valiente que no

quedó inmóvil y el único sensato a su vez. Debes subir a mi lomo, no
tenemos tiempo. ¡Anótatos! Este es el mensaje: “Toma a tu tropa y

vete a Frennlois, que la puerta será abierta hoy durante el zénit
selénico. No hay nada más que hacer aquí. De paso, avisadle a los

centauros de Terranco que deben ir tras ustedes.”

El comandante sirénido no entendía. Acababa de ganar una

importante batalla en este lugar. Era cierto que la guerra se estaba

perdiendo, pero este contraataque parecía devolver esperanzas.
Ahora el unicornio negro le ordenaba ir al puerto de Frennlois,

también conocido como Calais, y pasar por Terranco, también
conocido como Tourcoing, para avisar a los detestables centauros
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