Page 79 - Aquelarre
P. 79
—Dame tu cuerpo y tu alma. Necesito una fuente de energía
mientras tu camino llega a su punto final, cuando sea debido. Si
apresuras tu muerte, solo sufrimiento te espera detrás del velo, en
uno de los tantos mundos circundantes; en cambio, si me das
ambas cosas, usaré tu cuerpo como contenedor y tu alma como
fuente de energía; luego podrás marcharte al más allá sin
lamentarlo. Decide.
Entregarlo todo de manera sencilla... La perspectiva de sufrir
no me atraía para nada, y no consideré la opción de irme directo al
infierno. Ya que me lo hizo ver con palabras bonitas, yo no tenía
las fuerzas para seguir luchando con mi escasa cordura. Si las cosas
terminaban bien, pues que se quedara con lo que quisiera; era
mejor aprovechar la oportunidad antes de que la ilusión de mi
delirio se esfumara delante de mis ojos.
—Acepto.
Entonces se acercó demasiado a mí, hasta tomar con una de
sus enormes manos mi barbilla, obligándome a mirarle a los ojos.
—Con eso cerramos el contrato, me despediré de los demás
por ti. Por ahora, adiós.
Sentía una tremenda pesadez en los ojos, noches enteras de no
dormir acumulados en ellos se debatían antes de cerrarse.
—¿Cómo te llamas?
—Cervantes —murmuró en el instante en que todo se volvía
oscuro.
El miedo fue desapareciendo, al igual que el recuerdo de las
pesadillas y los horrendos rostros escondidos por todos lados. Me
pregunto si alguien me extrañará, o si notarán la diferencia entre
mi alma desaparecida y la que ahora domina mi cuerpo. Pero no
importa ya; ahora la oscuridad no me provoca miedo, es casi como
irse a dormir para siempre...
Mientras Cervantes absorbía el alma de la chica, rió por
dentro; un alma más que capturaba sin mayor batalla. De todas
formas no encontraba todavía la adecuada para su objetivo;
mientras tanto usaría ese cuerpo en su búsqueda, o al menos eso
esperaba, si los demás no encontraban tan rápidamente su rastro.
mientras tu camino llega a su punto final, cuando sea debido. Si
apresuras tu muerte, solo sufrimiento te espera detrás del velo, en
uno de los tantos mundos circundantes; en cambio, si me das
ambas cosas, usaré tu cuerpo como contenedor y tu alma como
fuente de energía; luego podrás marcharte al más allá sin
lamentarlo. Decide.
Entregarlo todo de manera sencilla... La perspectiva de sufrir
no me atraía para nada, y no consideré la opción de irme directo al
infierno. Ya que me lo hizo ver con palabras bonitas, yo no tenía
las fuerzas para seguir luchando con mi escasa cordura. Si las cosas
terminaban bien, pues que se quedara con lo que quisiera; era
mejor aprovechar la oportunidad antes de que la ilusión de mi
delirio se esfumara delante de mis ojos.
—Acepto.
Entonces se acercó demasiado a mí, hasta tomar con una de
sus enormes manos mi barbilla, obligándome a mirarle a los ojos.
—Con eso cerramos el contrato, me despediré de los demás
por ti. Por ahora, adiós.
Sentía una tremenda pesadez en los ojos, noches enteras de no
dormir acumulados en ellos se debatían antes de cerrarse.
—¿Cómo te llamas?
—Cervantes —murmuró en el instante en que todo se volvía
oscuro.
El miedo fue desapareciendo, al igual que el recuerdo de las
pesadillas y los horrendos rostros escondidos por todos lados. Me
pregunto si alguien me extrañará, o si notarán la diferencia entre
mi alma desaparecida y la que ahora domina mi cuerpo. Pero no
importa ya; ahora la oscuridad no me provoca miedo, es casi como
irse a dormir para siempre...
Mientras Cervantes absorbía el alma de la chica, rió por
dentro; un alma más que capturaba sin mayor batalla. De todas
formas no encontraba todavía la adecuada para su objetivo;
mientras tanto usaría ese cuerpo en su búsqueda, o al menos eso
esperaba, si los demás no encontraban tan rápidamente su rastro.