Page 39 - Puntas de Iceberg
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porque la vanidad es un pecao y porque a los papaces se les debe
respetar…
***
“Esta muchacha creo que se llamaba Teresa. Ella era muy coqueta
y le gustaba estarse peinando y pintando pa´parecer bonita pa’que
los muchachillos anduvieran detrás de‘lla.
Una noche iba pa´un baile y pasó toda la tarde pintándose y
poniéndose vestidos, y vestidos bonitos, porque no se ponía
cualquier chuica, no señor. La mama trabajaba bastante pa´dale
esos gustos. Cuando llegó la mama la vio lista pa´salir, pero ella no
le había pedido permiso, como hacen estos de aquí, que agarran y se
van pa’ la calle sin decir ni adiós siquiera. Entonces, la mama le alzó
un pleito a la chiquilla y la mandó a acostarse y no la dejó ir al baile.
La mama lo que tenía era miedo porque por ahí andaban unos
maleantes molestando a las muchachillas, y como a esta le gustaba
coquetear, no quiso que fuera, ni quiera Dios la fueran a atacar. Pero
las muchachas de ese tiempo eran desobedientes con las mamaces, y
Teresa se escapó al baile.
Como iba tarde, se puso a hacerle señas a un hombre que iba bien
borracho, oliendo a puro chirrite, y montando un caballo bayo. ¡Y no
ve que’ra uno de los maleantes! y al verla tan pintada y bonita se le
tiró encima. De todo le hizo y casi la mata. Llegó a la casa toda
embarrialada, golpeada, hecha una desgracia la pobre. Cuando la
mama la vio llegar casi se muere de la congoja. Se puso a curarla y
en una que va y en otra que viene, se pone la señora a regañala por lo
que hizo de escaparse y que viera lo que le había pasao, por
desobediente y por vanidosa. Pero la chiquilla era de lo más
malcriada que usté se pueda imaginar y se puso a respondele a la
señora que la estaba curando, pa’que vea lo que agradecen los hijos,
y se puso a pegarle a la mama y todo. Entonces, la mama se enojó y
la va maldiciendo: “¡Güila malcriada, te va a quedar la cara de caballo
pa ver si así vas a poder coquetear con los hombres!”.
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respetar…
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“Esta muchacha creo que se llamaba Teresa. Ella era muy coqueta
y le gustaba estarse peinando y pintando pa´parecer bonita pa’que
los muchachillos anduvieran detrás de‘lla.
Una noche iba pa´un baile y pasó toda la tarde pintándose y
poniéndose vestidos, y vestidos bonitos, porque no se ponía
cualquier chuica, no señor. La mama trabajaba bastante pa´dale
esos gustos. Cuando llegó la mama la vio lista pa´salir, pero ella no
le había pedido permiso, como hacen estos de aquí, que agarran y se
van pa’ la calle sin decir ni adiós siquiera. Entonces, la mama le alzó
un pleito a la chiquilla y la mandó a acostarse y no la dejó ir al baile.
La mama lo que tenía era miedo porque por ahí andaban unos
maleantes molestando a las muchachillas, y como a esta le gustaba
coquetear, no quiso que fuera, ni quiera Dios la fueran a atacar. Pero
las muchachas de ese tiempo eran desobedientes con las mamaces, y
Teresa se escapó al baile.
Como iba tarde, se puso a hacerle señas a un hombre que iba bien
borracho, oliendo a puro chirrite, y montando un caballo bayo. ¡Y no
ve que’ra uno de los maleantes! y al verla tan pintada y bonita se le
tiró encima. De todo le hizo y casi la mata. Llegó a la casa toda
embarrialada, golpeada, hecha una desgracia la pobre. Cuando la
mama la vio llegar casi se muere de la congoja. Se puso a curarla y
en una que va y en otra que viene, se pone la señora a regañala por lo
que hizo de escaparse y que viera lo que le había pasao, por
desobediente y por vanidosa. Pero la chiquilla era de lo más
malcriada que usté se pueda imaginar y se puso a respondele a la
señora que la estaba curando, pa’que vea lo que agradecen los hijos,
y se puso a pegarle a la mama y todo. Entonces, la mama se enojó y
la va maldiciendo: “¡Güila malcriada, te va a quedar la cara de caballo
pa ver si así vas a poder coquetear con los hombres!”.
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