Page 34 - Puntas de Iceberg
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volvía a ver y la güila muerta'e risa al ver que la mama ya no podía

correr y no la podía alcanzar.

Como la mama —aunque ya muerta de lo cansada que estaba— no

dejaba de perseguila, María’el Rosario se fue y buscó un palo

pa´subirse. Ella sabía trepar muy bien, pero la mamá no. En el palo
había un hormiguero y comenzaron a subírsele las hormigas y se le

metían en la boca y en los ojos y los oídos, pero ella no se bajaba. ¿No
ve que sabía que la iban a apalear? La mamá llegó al palo y la vio

subida arriba y con costos se agarró del tronco pa´no caerse de lo
cansada que estaba. Y le dio tanta cólera ver a la güila allá arriba

subida, riéndose de ver a la mama que no podía subir; remedándola
como si fuera una viejita con el tule, que la va maldiciendo, y le dijo:

“Malcriada, güila del demonio; te subís porque sos joven, pero si
Tulivieja querés ser, ¡en Tulivieja te convertirás!” Y pa´qué lo dijo.

¿No ve que en los tiempos de antes, las maldiciones de lo papaces

todas se cumplían? Por eso hay que respetarlos mucho.

Entonces María’el Rosario comenzó a hacerse pequeña pequeña,

como un tanto así —señaló alrededor de un metro— y el pelo le llegó
entonces más abajo de los pieses. Y se arrugó toititica, y quedó como
una ancianita, pa´que aprendiera a no burlarse de la gente más

mayor. Los pieses se le hicieron como patas de gallina o perico, pa

que pudiera subir a los palos. Y las manos se le arrugaron toititicas
y se le hicieron una uñotas, ¡asííí...!


Allá en el monte, todavía anda. En las noches, como a la una o dos
de la madrugada, si’oye arrastrando palmas o' hojas de plátano, que

le sirven pa´quitase las hormigas. También se le oye decir;
“voy...voy...voy”, porque sólo eso puede decir por castigo. Así que,

si oye usté algún día así como hoy —ya oscuro—, un “voy...voy”, no
crea que es una gallina de monte ni nada. Es la Tulivieja que anda

por ahí. Oiga, y usté no puede correr, porque ella es tan rápida que
lo alcanza en un segundo. Fíjese que es tan rápida que usté la oye

allááá, muy quedito: “voy...voy...voy” y de repente la oye:
“VOY...VOY...VOY”; asiiií, a la par suya. Y usté la ve y es una

murrisquitica así de chiquitica, pero no se le ven la cara ni lo pieses,
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