Page 76 - Telaranas
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con la de la anciana; pero quienes no creían en la vida
después de la muerte encontraron no pocas hipótesis.

No obstante, nadie logró dar una explicación
satisfactoria a lo sucedido.

La noticia de la resurrección de Rebeca se

propagó por todo Tres Ríos, y más allá incluso. Desde
luego, el prodigio fue motivo de regocijo. Sin embargo,

en adelante la pequeña no volvió a ser la misma. La
próvida sonrisa no volvió a reflejarse en su rostro, su

mirada se tornó melancólica. La energía que la
caracterizaba también se fue apagando poco a poco. Y

cuando Rebeca se convirtió en mujer, a pesar de que

conservaba su belleza y simpatía, más bien era una
criatura taciturna y solitaria.

Si algo no había menguado con los años, era el
cariño que todos sentían por Rebeca, así que resulta

fácil imaginar la consternación que se apoderó de
familiares y vecinos al enterarse de que una mañana

de octubre, 3 de octubre precisamente, ésta no
despertó. Una extraña inmovilidad, o acaso algo peor,

dominaba su cuerpo. Se temía que Rebeca, ahora una
joven de diecinueve años, volviese a pasar por la

misma experiencia de su infancia, o más grave aún,

que en esta ocasión no consiguiese librarse de la
muerte.

Ante la certidumbre de sus recelos, la familia se
mostró insegura sobre las decisiones a tomar. Se

conservaba la esperanza de que, por segunda ocasión,
Rebeca derrotara a la muerte. Durante un tiempo

prudencial, se esperó a que la joven mostrase alguna

señal de vida; con todo, al cabo de diez horas, su
cuerpo estaba totalmente rígido, así que se decidió

realizar los funerales al día siguiente.
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