Page 78 - Telaranas
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descubre el fatal error cuando ya la víctima está
sepultada, sin ninguna esperanza de salvación.
—Yo les voy a demostrar que mi alma sí estuvo en
el más allá —insistió Rebeca—. Les voy a contar
algunas cosas que me dijeron las almas que me
encontré: Carmen, el alma de su esposo fue una de las
que me habló. Me dijo que él no murió por el alcohol;
fue por los brebajes que la bruja Sara le consiguió a
usted, para que se los diera y él dejara de tomar. Julia,
el alma de su papá me contó que no le guarda ningún
resentimiento por haberse casado usted contra su
voluntad. Don Fernando, voy decirle algo que le va a
dar mucha paz: a pesar de que su hijo murió en
pecado, y a pesar del daño que a todos nos hizo, su
alma ha alcanzado el perdón de Dios...
No pocos vecinos estaban desconcertados, y
algunos incluso se sentían ofendidos, pues Rebeca
describió, con lujo de detalles, diversas intimidades de
sus difuntos parientes. No obstante, en cuestión de
días todo volvió a la normalidad. Rebeca se recuperó
por completo, incluso recobró en gran medida el
encanto y la jovialidad que ostentaba en su infancia.
La mazorca del tiempo siguió desgranándose sin
prisas ni parsimonias. Rebeca se dedicaba por
completo a su esposo Lorenzo y a sus cuatro hijos. Se
sentía profundamente agradecida con la vida. Pero
cada 3 de octubre, no podía evitar que la angustia y el
miedo perturbaran su paz. La idea de caer otra vez en
poder de la parca la torturaba. Su alma se consumía
en el tormento de pensar que si sus temores se
realizaban, quizás no tendría oportunidad de volver a
burlarla. Las aprensiones eran compartidas por
familiares y amigos; mas cada vez que pasaba la
fatídica fecha, la calma prevalecía.
sepultada, sin ninguna esperanza de salvación.
—Yo les voy a demostrar que mi alma sí estuvo en
el más allá —insistió Rebeca—. Les voy a contar
algunas cosas que me dijeron las almas que me
encontré: Carmen, el alma de su esposo fue una de las
que me habló. Me dijo que él no murió por el alcohol;
fue por los brebajes que la bruja Sara le consiguió a
usted, para que se los diera y él dejara de tomar. Julia,
el alma de su papá me contó que no le guarda ningún
resentimiento por haberse casado usted contra su
voluntad. Don Fernando, voy decirle algo que le va a
dar mucha paz: a pesar de que su hijo murió en
pecado, y a pesar del daño que a todos nos hizo, su
alma ha alcanzado el perdón de Dios...
No pocos vecinos estaban desconcertados, y
algunos incluso se sentían ofendidos, pues Rebeca
describió, con lujo de detalles, diversas intimidades de
sus difuntos parientes. No obstante, en cuestión de
días todo volvió a la normalidad. Rebeca se recuperó
por completo, incluso recobró en gran medida el
encanto y la jovialidad que ostentaba en su infancia.
La mazorca del tiempo siguió desgranándose sin
prisas ni parsimonias. Rebeca se dedicaba por
completo a su esposo Lorenzo y a sus cuatro hijos. Se
sentía profundamente agradecida con la vida. Pero
cada 3 de octubre, no podía evitar que la angustia y el
miedo perturbaran su paz. La idea de caer otra vez en
poder de la parca la torturaba. Su alma se consumía
en el tormento de pensar que si sus temores se
realizaban, quizás no tendría oportunidad de volver a
burlarla. Las aprensiones eran compartidas por
familiares y amigos; mas cada vez que pasaba la
fatídica fecha, la calma prevalecía.