Page 83 - Telaranas
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Canela y menta
Alejandra Vargas M.
Una cámara fotográfica sobre el sofá. Encendida
y palpitando. Los muebles no están en su lugar, pero
el reflejo del espejo no me muestra nada extraño. La
casa desordenada. Hace calor. El viento no parece
soplar, pero el móvil metálico lo replica afuera. Alguna
corriente pasa en una noche atípica. Si, mi, sol.
En el aposento de al lado, alguien duerme en su
cuarto rosado. Huele a canela y a menta, una rara
combinación en el cuarto de una “niña de bien”;
bueno, ni tan niña. Debe de tener ya unos veinticinco
años. Larga, muy larga; blanca y de piel tenue, casi
pálida, con una respiración prolongada pero rítmica,
casi como en la Patética.
Ella parece aburrida, más que dormida. ¿Estará
despierta? ¿Qué estará soñando? Quiero ver si
Alejandra Vargas M.
Una cámara fotográfica sobre el sofá. Encendida
y palpitando. Los muebles no están en su lugar, pero
el reflejo del espejo no me muestra nada extraño. La
casa desordenada. Hace calor. El viento no parece
soplar, pero el móvil metálico lo replica afuera. Alguna
corriente pasa en una noche atípica. Si, mi, sol.
En el aposento de al lado, alguien duerme en su
cuarto rosado. Huele a canela y a menta, una rara
combinación en el cuarto de una “niña de bien”;
bueno, ni tan niña. Debe de tener ya unos veinticinco
años. Larga, muy larga; blanca y de piel tenue, casi
pálida, con una respiración prolongada pero rítmica,
casi como en la Patética.
Ella parece aburrida, más que dormida. ¿Estará
despierta? ¿Qué estará soñando? Quiero ver si