Page 86 - Telaranas
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¡Mierda! Me duele el pecho de nuevo, como si
fuera a darme un infarto. ¿Será un ataque de pánico?

Calma, calma. Mejor me calmo. Esto debe de ser uno
de esos sueños lúcidos de los que alguna vez me parece

que leí en Internet. Solo se hace real si yo creo que es

real —reflexiono—. Entonces mejor no lo creo.
Me intriga de nuevo la banda en mi mano

izquierda.
Sin darme cuenta, retrocedo al cuarto donde

comencé. Es que me da terror ingresar al cuarto
rosado, pero hay algo adentro que me intriga y me

llama la atención. ¡Maldito hábito de periodista! La

curiosidad mató al gato —me canto—. Pero lo bueno
es que no hay gato a la vista.

Quizás sí deba entrar y así salir de dudas de una
vez. ¿Estoy descalza? Con razón tenía frío en los pies.

En este sueño raro… ¿de dónde me escapé
descalza? ¡Qué tonta! Bueno, quizá no me escapé,

quizás estaba ahí desde antes. ¿Haciendo qué? Ni
idea. Concentración. Quizás si me concentro más me

despierto. Eso de pellizcarse me parece un absurdo.
Yo me mando y si me quiero despertar de este trance

raro, me despierto y ya, ¿no? Pero antes de

despertarme quiero saber qué estoy soñando.
Maniáticamente observadora. Mis ojos no paran

de ojear de nuevo el bendito cuarto ese de al lado. En
ese ratito siento que han pasado como tres horas, los

pies comienzan a dolerme como si hubiera estado de
pie por días.



(...)


Asomo la mirada al cuarto rosado por enésima
vez. Empieza a caer la noche y ya se puede empezar a
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