Page 90 - Telaranas
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Descargas de electricidad.
Una descarga. Segundos de descanso.
Dos, segundos de descanso.
Tercera descarga, segundos de descanso.
Todo el mundo grita lo que yo no puedo. Hay
médicos. Estoy postrada en una cama de hospital.
¿Muerta? No. A ellos les parece que mi cuerpo no
funciona, pero yo estoy ahí y abro los ojos sin que lo
noten, y veo de reojo que la chica de medias rosadas
está junto a mi cama. Su piel blanca, su pijama beige.
Un policía está junto a ella. Tiene un arma y pareciera
que va a dispararle al menor movimiento. Un médico
entra al cuarto y trae una inyección.
Yo me quiero levantar, quiero protestar y decirle
que algo malo, muy malo me ha pasado. Es un engaño.
No es normal. Lo del diario no es cierto. No es verdad.
No lo recuerdo. Yo soy Agatha, no Karla.
Ella está justo ahí en el cuarto, pero no siento las
manos para hacer ninguna mueca y señalarla. Ella es
Karla. Tienen que verla. ¡¡¡Por Dios!!! No es una
Barbie. Tiene los ojos todos negros, como huecos.
¡¡¡Véanla...!!!
El cuarto rosado es una trampa —quiero
gritarles, avisarles.
Me empacha el olor a menta de ese puto lugar. Mi
cuerpo no responde ni para escupir el sabor a canela
que tengo en la lengua. ¿Por qué canela? ¿Me
envenenaron con dulzura?
Ahora es ella la que observa y yo la que estoy en la
cama, y no se oye ni mi respiración. Ella tampoco se
acerca y el diario viejo no la intriga ni un poco. Ella
sabe lo que dice, ella sabe lo que hice. Ella es Karla, yo
soy Agatha.
Una descarga. Segundos de descanso.
Dos, segundos de descanso.
Tercera descarga, segundos de descanso.
Todo el mundo grita lo que yo no puedo. Hay
médicos. Estoy postrada en una cama de hospital.
¿Muerta? No. A ellos les parece que mi cuerpo no
funciona, pero yo estoy ahí y abro los ojos sin que lo
noten, y veo de reojo que la chica de medias rosadas
está junto a mi cama. Su piel blanca, su pijama beige.
Un policía está junto a ella. Tiene un arma y pareciera
que va a dispararle al menor movimiento. Un médico
entra al cuarto y trae una inyección.
Yo me quiero levantar, quiero protestar y decirle
que algo malo, muy malo me ha pasado. Es un engaño.
No es normal. Lo del diario no es cierto. No es verdad.
No lo recuerdo. Yo soy Agatha, no Karla.
Ella está justo ahí en el cuarto, pero no siento las
manos para hacer ninguna mueca y señalarla. Ella es
Karla. Tienen que verla. ¡¡¡Por Dios!!! No es una
Barbie. Tiene los ojos todos negros, como huecos.
¡¡¡Véanla...!!!
El cuarto rosado es una trampa —quiero
gritarles, avisarles.
Me empacha el olor a menta de ese puto lugar. Mi
cuerpo no responde ni para escupir el sabor a canela
que tengo en la lengua. ¿Por qué canela? ¿Me
envenenaron con dulzura?
Ahora es ella la que observa y yo la que estoy en la
cama, y no se oye ni mi respiración. Ella tampoco se
acerca y el diario viejo no la intriga ni un poco. Ella
sabe lo que dice, ella sabe lo que hice. Ella es Karla, yo
soy Agatha.