Page 44 - Aquelarre
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planetas restaurados por los Creadores; las zonas alejadas nunca
habían sido de su interés, de modo que ya no se ocupaban de ellas
y rara vez las monitoreaban.
Uno de los presentes hizo un gesto que indicaba, según las
conclusiones de Zeim, que la reunión iba a comenzar.
Hermanos empezó uno de los Creadores, poniéndose de
pie, esta no es una ocasión como las demás; hoy, después de
mucho tiempo, un nuevo miembro se nos une en la Gran Causa.
Esa que, conmoviéndonos profundamente, nos instó a abandonar
la antigua misión para entregarnos a la reconstrucción de esta
galaxia mísera, cuyos gritos turbaron nuestra meditación y
resuenan todavía en nuestras memorias. Sea bienvenido, hermano
dijo dirigiéndose a Zeim. Estoy seguro de que será de gran
ayuda a esta galaxia, así como cada uno de que los se encuentran
aquí. Siéntase libre de tomar su antigua forma material, para que
de esa manera podamos expresar nuestros pensamientos como lo
hacen los habitantes de esta galaxia.
Zeim agradeció aquella bienvenida, pero la idea de
materializarse le parecía particularmente irracional, aunque tuvo
que reconocer la probabilidad de que el uso de formas sólidas
tuviera alguna explicación lógica que él, como recién llegado,
naturalmente, desconocía. No obstante, carecía de razonamientos
válidos para justificar la respuesta emocional que causaba su
llegada en los presentes: mucho tiempo atrás, la raza entera había
jurado liberarse de todas sus emociones, después de que éstas
provocaran la aniquilación de tres cuartas partes de su pueblo.
A pesar de sus dudas, Zeim accedió al requerimiento de los
Creadores y tomó la forma de una pequeña nube rojiza,
inspirándose en la superficie de un planeta que vio al principio de
su viaje hasta ahí; le había parecido tan hermoso que no pudo
prever la molestia general, aunque momentánea, que produjo en
todos los presentes el cuerpo gaseoso que flotaba graciosamente
sobre uno de los asientos. Sin embargo, tenían asuntos mucho más
importantes que discutir y pronto se enfrascaron en una
conversación que poco tenía que ver con aquella extraña aparición:
la revisión periódica de los planetas.
habían sido de su interés, de modo que ya no se ocupaban de ellas
y rara vez las monitoreaban.
Uno de los presentes hizo un gesto que indicaba, según las
conclusiones de Zeim, que la reunión iba a comenzar.
Hermanos empezó uno de los Creadores, poniéndose de
pie, esta no es una ocasión como las demás; hoy, después de
mucho tiempo, un nuevo miembro se nos une en la Gran Causa.
Esa que, conmoviéndonos profundamente, nos instó a abandonar
la antigua misión para entregarnos a la reconstrucción de esta
galaxia mísera, cuyos gritos turbaron nuestra meditación y
resuenan todavía en nuestras memorias. Sea bienvenido, hermano
dijo dirigiéndose a Zeim. Estoy seguro de que será de gran
ayuda a esta galaxia, así como cada uno de que los se encuentran
aquí. Siéntase libre de tomar su antigua forma material, para que
de esa manera podamos expresar nuestros pensamientos como lo
hacen los habitantes de esta galaxia.
Zeim agradeció aquella bienvenida, pero la idea de
materializarse le parecía particularmente irracional, aunque tuvo
que reconocer la probabilidad de que el uso de formas sólidas
tuviera alguna explicación lógica que él, como recién llegado,
naturalmente, desconocía. No obstante, carecía de razonamientos
válidos para justificar la respuesta emocional que causaba su
llegada en los presentes: mucho tiempo atrás, la raza entera había
jurado liberarse de todas sus emociones, después de que éstas
provocaran la aniquilación de tres cuartas partes de su pueblo.
A pesar de sus dudas, Zeim accedió al requerimiento de los
Creadores y tomó la forma de una pequeña nube rojiza,
inspirándose en la superficie de un planeta que vio al principio de
su viaje hasta ahí; le había parecido tan hermoso que no pudo
prever la molestia general, aunque momentánea, que produjo en
todos los presentes el cuerpo gaseoso que flotaba graciosamente
sobre uno de los asientos. Sin embargo, tenían asuntos mucho más
importantes que discutir y pronto se enfrascaron en una
conversación que poco tenía que ver con aquella extraña aparición:
la revisión periódica de los planetas.