Page 47 - Aquelarre
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desgracia, de modo que lo único que ellos podían hacer era
procurar que cada una de las razas alcanzara un desarrollo
suficiente para poder valerse por sí misma, sin que las estrellas
avivaran las ansias expansionistas que una vez los condujo a la
destrucción.
En este sentido, Zeim siempre se mostró dudoso. Le era
inconcebible la idea de ocultar las estrellas a cualquier ser
inteligente, y se preguntaba cómo lograrían aquellos seres
desarrollarse verdaderamente si desconocían la existencia del
universo. Sin embargo, con el tiempo, la naturaleza violenta de las
poblaciones en la mayoría de los mundos logró validar la hipótesis
y no volvió a cuestionar las buenas intenciones de los Creadores.
Había resuelto dedicar su energía a poner en práctica todo lo que
había aprendido desde que decidiera, aunque tarde, responder al
llamado de la galaxia moribunda.
Cuando por fin tuvo suficiente información para considerarse
bien preparado, Zeim decidió abandonar el área poblada en la que
moraban sus pares y sus mundos, para explorar la zona no
reconstruida de la galaxia. Le parecía que los Creadores la habían
olvidado, que también necesitaba restauración, y los criticaba
duramente por ello; sin embargo, se alegraba de tener tanto
espacio y estar alejado de las posibles intromisiones de Creadores
experimentados. Aún así, nunca previó que las huellas de la
catástrofe siguieran frescas y, a pesar de todos sus esfuerzos, no
pudo evitar una profunda tristeza. Zeim podía percibir con
facilidad los últimos momentos de aquellos seres que encontraron
la destrucción a causa de su propia ignorancia; restos de cientos de
planetas, y miles de naves, junto con millares de cuerpos inmóviles
que flotaban congelados en el espacio, era un panorama
completamente diferente al que había conocido en el sector
central.
***
Aún no se acostumbraba a las emociones que comenzaron a
resurgir desde que viera por primera vez el estado caótico en el que
procurar que cada una de las razas alcanzara un desarrollo
suficiente para poder valerse por sí misma, sin que las estrellas
avivaran las ansias expansionistas que una vez los condujo a la
destrucción.
En este sentido, Zeim siempre se mostró dudoso. Le era
inconcebible la idea de ocultar las estrellas a cualquier ser
inteligente, y se preguntaba cómo lograrían aquellos seres
desarrollarse verdaderamente si desconocían la existencia del
universo. Sin embargo, con el tiempo, la naturaleza violenta de las
poblaciones en la mayoría de los mundos logró validar la hipótesis
y no volvió a cuestionar las buenas intenciones de los Creadores.
Había resuelto dedicar su energía a poner en práctica todo lo que
había aprendido desde que decidiera, aunque tarde, responder al
llamado de la galaxia moribunda.
Cuando por fin tuvo suficiente información para considerarse
bien preparado, Zeim decidió abandonar el área poblada en la que
moraban sus pares y sus mundos, para explorar la zona no
reconstruida de la galaxia. Le parecía que los Creadores la habían
olvidado, que también necesitaba restauración, y los criticaba
duramente por ello; sin embargo, se alegraba de tener tanto
espacio y estar alejado de las posibles intromisiones de Creadores
experimentados. Aún así, nunca previó que las huellas de la
catástrofe siguieran frescas y, a pesar de todos sus esfuerzos, no
pudo evitar una profunda tristeza. Zeim podía percibir con
facilidad los últimos momentos de aquellos seres que encontraron
la destrucción a causa de su propia ignorancia; restos de cientos de
planetas, y miles de naves, junto con millares de cuerpos inmóviles
que flotaban congelados en el espacio, era un panorama
completamente diferente al que había conocido en el sector
central.
***
Aún no se acostumbraba a las emociones que comenzaron a
resurgir desde que viera por primera vez el estado caótico en el que