Page 67 - Aquelarre
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excesivo uso de agroquímicos y el lamentable tratamiento
poscosecha. Los costarricenses, como en muchos otros lugares del
mundo, pagaban con calidad de vida el desacierto de sus decisiones
gastronómicas. Poco a poco, cada vez más rápidamente, la
obesidad, la hipertensión, el colesterol, la depresión y los ataques
cardiacos les pasaban una dolorosa y elevada factura.
Aproveché para servir la última taza de café y él aprovechó
para preguntarme, rompiendo toda continuidad con mi discurso
anterior:
— ¿Qué tenemos para el postre?
—Honestamente, no lo tenía contemplado –respondí, con una
sinceridad que lo sorprendió.
Con la impresión de que realmente me había escuchado, pero
un poco contrariada por su proceder, estuve muy cerca de explicar
que yo no preparaba postres para el desayuno, pero me incliné por
buscar otras palabras, las cuales no alcancé a pronunciar.
—Déjeme que yo aporte el postre para este inusual desayuno.
Diciendo esto, se puso de pie y llamó a Singe, un androide al
que hasta ese momento yo no había visto y que se encargaba de los
quehaceres de la casa. Singe se ocupó de lavar los platos y Guy
desapareció de la cocina para volver unos instantes después y
extenderme un solitario y pequeño plato blanco sobre el que se
encontraba un pedazo de papel con estas palabras: Circo del Sol,
Alegría, Alemania.
Mi incomprensión coartó, momentáneamente, mi capacidad
de reaccionar.
—Alegría es una emoción. Mañana debo ir a Alemania y me
preguntaba si usted querría acompañarme. De esa manera, usted
podrá ver la tela de fondo donde se mueven los personajes de
Alegría. Supongo, le complacerá ver el universo habitado por
bufones, trovadores, mendigos, viejos aristócratas, niños, payasos;
en suma, los únicos personajes capaces de resistir los cambios de
épocas y las transformaciones sociales.
Era clarísimo para mí. Alegría era un homenaje a la energía.
El poder de la mutación a través del tiempo, el viaje de la juventud
a la vejez, el paso de las monarquías a las democracias y a los
actuales sistemas de gobierno.
poscosecha. Los costarricenses, como en muchos otros lugares del
mundo, pagaban con calidad de vida el desacierto de sus decisiones
gastronómicas. Poco a poco, cada vez más rápidamente, la
obesidad, la hipertensión, el colesterol, la depresión y los ataques
cardiacos les pasaban una dolorosa y elevada factura.
Aproveché para servir la última taza de café y él aprovechó
para preguntarme, rompiendo toda continuidad con mi discurso
anterior:
— ¿Qué tenemos para el postre?
—Honestamente, no lo tenía contemplado –respondí, con una
sinceridad que lo sorprendió.
Con la impresión de que realmente me había escuchado, pero
un poco contrariada por su proceder, estuve muy cerca de explicar
que yo no preparaba postres para el desayuno, pero me incliné por
buscar otras palabras, las cuales no alcancé a pronunciar.
—Déjeme que yo aporte el postre para este inusual desayuno.
Diciendo esto, se puso de pie y llamó a Singe, un androide al
que hasta ese momento yo no había visto y que se encargaba de los
quehaceres de la casa. Singe se ocupó de lavar los platos y Guy
desapareció de la cocina para volver unos instantes después y
extenderme un solitario y pequeño plato blanco sobre el que se
encontraba un pedazo de papel con estas palabras: Circo del Sol,
Alegría, Alemania.
Mi incomprensión coartó, momentáneamente, mi capacidad
de reaccionar.
—Alegría es una emoción. Mañana debo ir a Alemania y me
preguntaba si usted querría acompañarme. De esa manera, usted
podrá ver la tela de fondo donde se mueven los personajes de
Alegría. Supongo, le complacerá ver el universo habitado por
bufones, trovadores, mendigos, viejos aristócratas, niños, payasos;
en suma, los únicos personajes capaces de resistir los cambios de
épocas y las transformaciones sociales.
Era clarísimo para mí. Alegría era un homenaje a la energía.
El poder de la mutación a través del tiempo, el viaje de la juventud
a la vejez, el paso de las monarquías a las democracias y a los
actuales sistemas de gobierno.