Page 87 - Puntas de Iceberg
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Además, así deshaces tú mismo tus errores y espero te quede un
cargo en la conciencia. Eso si los sirénidos tienen conciencia, no lo
sé. Pero no te daré más explicaciones, me iré, no necesito puertas,
imagino que lo sabes.
—Lo sé.
El unicornio brilló intensamente y se desvaneció en el aire. El
sirénido miró al hombre dormido, un cruel asesino, y quedó
intrigado. No sabía cómo podía conciliar el sueño. Luego suspiró,
sonrió otra vez. Lo tenía a su alcance, podía matarlo de una vez.
Pero decidió seguir con el plan. Le gustaban muchos los juegos y las
estrategias. Si las intenciones de Skaperen eran que el hombre
viviera, era mejor que todo continuara como estaba programado:
sin levantar sospecha. Luego tendría que averiguar cuáles eran esos
planes de Skaperen con el Leiter vivo, lo había dejado con esa duda.
Claro, él había también dejado a Skaperen la duda sobre el origen
de la carne de hada, sabrosa e inofensiva. Duda por duda, estrategia
contra estrategia, tenía que meditar. Pero por ahora no tenía más
asuntos en este mundo. Todo había salido bien y era tiempo de irse.
Un brillo llenó la habitación y se hizo evidente el oscuro secreto
escondido en la frente de Anýparktos, al que también conocemos
como Enkel.
cargo en la conciencia. Eso si los sirénidos tienen conciencia, no lo
sé. Pero no te daré más explicaciones, me iré, no necesito puertas,
imagino que lo sabes.
—Lo sé.
El unicornio brilló intensamente y se desvaneció en el aire. El
sirénido miró al hombre dormido, un cruel asesino, y quedó
intrigado. No sabía cómo podía conciliar el sueño. Luego suspiró,
sonrió otra vez. Lo tenía a su alcance, podía matarlo de una vez.
Pero decidió seguir con el plan. Le gustaban muchos los juegos y las
estrategias. Si las intenciones de Skaperen eran que el hombre
viviera, era mejor que todo continuara como estaba programado:
sin levantar sospecha. Luego tendría que averiguar cuáles eran esos
planes de Skaperen con el Leiter vivo, lo había dejado con esa duda.
Claro, él había también dejado a Skaperen la duda sobre el origen
de la carne de hada, sabrosa e inofensiva. Duda por duda, estrategia
contra estrategia, tenía que meditar. Pero por ahora no tenía más
asuntos en este mundo. Todo había salido bien y era tiempo de irse.
Un brillo llenó la habitación y se hizo evidente el oscuro secreto
escondido en la frente de Anýparktos, al que también conocemos
como Enkel.