Page 66 - Telaranas
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fantasear con lo que esos hombres hacían durante sus
giras. Hasta me entretenía inventando historias con
esos nombres de hoteles y sodas de camino. El
restaurante de Chila… esta debía de ser una mujer
misteriosa que embrujaba a los cuadrilleros, pues
todos habían pasado al menos tres veces donde ella.
Ese viernes había poco trabajo, pero tenía
acumulados varios informes que la mente desocupada
de mi jefe inventaba para justificar su puesto. No
había sido un buen día. Por otra parte, los tres
cubículos aledaños estaban vacíos. Amanda no había
venido a trabajar, parecía que al chiquito le tenían que
poner unas vacunas y sacó el día. Rogelio había sacado
vacaciones porque la esposa cumplía años y como que
le había preparado una sorpresa, o algo así. Bueno, eso
dijo él. Y Alonso, que es el que está en el cubículo del
fondo, es dueño de unas emisoras allá en la Zona
Norte, y también coincidió en sacar vacaciones para ir
a ver el negocio. Bueno, al jefe creo que le dijo algo así
como que tenía una cita con el abogado por lo del
divorcio. Eso me convertía en el único trabajador
dedicado a su trabajo ese viernes. Pensé por un
momento: ¡qué raro que todo el mundo tuviera algo
que hacer hoy!, ¡qué dichosos que no vinieron a
trabajar! Bueno, pero ya yo tendría mi día: ¡el lunes
siguiente era feriado!
El día transcurrió entre una inquietud
inexplicable, y como un cierto miedo por estar solo. Es
que al no estar mis compañeros, el vacío del
departamento transmitía ciertos ecos y ruidos
extraños que alteraron mis nervios. Oía voces y ruidos
que parecían como de la calle. Lo cual era bien
extraño, pues estábamos en un edificio al final de una
calle sin salida que solo era transitada por los
giras. Hasta me entretenía inventando historias con
esos nombres de hoteles y sodas de camino. El
restaurante de Chila… esta debía de ser una mujer
misteriosa que embrujaba a los cuadrilleros, pues
todos habían pasado al menos tres veces donde ella.
Ese viernes había poco trabajo, pero tenía
acumulados varios informes que la mente desocupada
de mi jefe inventaba para justificar su puesto. No
había sido un buen día. Por otra parte, los tres
cubículos aledaños estaban vacíos. Amanda no había
venido a trabajar, parecía que al chiquito le tenían que
poner unas vacunas y sacó el día. Rogelio había sacado
vacaciones porque la esposa cumplía años y como que
le había preparado una sorpresa, o algo así. Bueno, eso
dijo él. Y Alonso, que es el que está en el cubículo del
fondo, es dueño de unas emisoras allá en la Zona
Norte, y también coincidió en sacar vacaciones para ir
a ver el negocio. Bueno, al jefe creo que le dijo algo así
como que tenía una cita con el abogado por lo del
divorcio. Eso me convertía en el único trabajador
dedicado a su trabajo ese viernes. Pensé por un
momento: ¡qué raro que todo el mundo tuviera algo
que hacer hoy!, ¡qué dichosos que no vinieron a
trabajar! Bueno, pero ya yo tendría mi día: ¡el lunes
siguiente era feriado!
El día transcurrió entre una inquietud
inexplicable, y como un cierto miedo por estar solo. Es
que al no estar mis compañeros, el vacío del
departamento transmitía ciertos ecos y ruidos
extraños que alteraron mis nervios. Oía voces y ruidos
que parecían como de la calle. Lo cual era bien
extraño, pues estábamos en un edificio al final de una
calle sin salida que solo era transitada por los