Page 116 - Telaranas
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recibidos por una brillante nube de humo azulado y un
estruendo de Lady Gaga, y Andrey confirmó sus

apreciaciones arquitectónicas: el lugar estaba
construido y decorado como un gigantesco salón de

residencia barroca o renacentista o alguna cosa por el

estilo, con arcos, molduras, columnas con basas y
capiteles, y una chimenea gigante de dos metros de

alto con serpientes esculpidas en el marco del hogar.
A los lados de la chimenea, dos escalinatas con

balaustradas conducían al mezanine, donde se
situaban las cabinas de baile privado, y luego al

segundo piso, a las habitaciones. Sobre este decorado

se desperdigaba lo moderno: las luces giratorias, los
láseres, los altoparlantes, las máquinas de humo y las

pantallas. En un ángulo elevado estaba la cabina del
DJ, a la que se accedía por una estrecha escalera

metálica vertical, y en paredes opuestas, a izquierda y
derecha del visitante, se situaban las dos barras. En el

espacio comprendido entre la escalinata derecha y la
barra correspondiente se situaba la tarima principal,

con un tubo de casi ocho metros de altura y un telón al
fondo para el ingreso y la salida de las chicas. Había

otras dos tarimas menores a la altura del mezanine,

sobre las barras. En ese momento, la chica de la tarima
principal bailaba con Bad Romance. Era temprano y

el lugar estaba a medio llenar.
Andrey no sabía elegir por cuál de las meseras le

gustaría más ser atendido —todas ellas magníficas,
uniformadas con un doloroso corsé negro con broches

plateados, una capa negra con el reverso rojo y un

sombrero de copa—; pero ellas se mostraban bastante
quisquillosas en cuanto a desempeñar cualquier otra

función que no fuera atender las mesas —para los
otros menesteres estaban las bailarinas—; y una de
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