Page 146 - Telaranas
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Ella respondió con un chillido agudo y gaseoso,
como de algún animal, y se lanzó con un impulso de
piernas hacia la cara de Charley, con la bocaza bien
abierta, con todos esos dientes, y esos colmillos...
La gemela (¡Kim, Sofía, qué rayos...!) clavó el
vibrador en la barriga de JJ. Aunque la punta del
juguete era roma, la fuerza que usó la chica no solo la
hizo abrir las carnes de JJ, sino que la fuerza del golpe
dobló el tubo de la tarima. Con el vibrador clavado en
las amplias entrañas del chico, ella oprimió el botón
para accionar las cuchillas.
Para accionar las cuchillas dentro del cuerpo de
JJ.
Un espasmo recorrió el cuerpo todavía vivo del
chico.
Y ella extrajo el vibrador de la panza de JJ, aún
con las cuchillas accionadas.
La fuerza de la mujer fue tal que el aparato salió
con engañosa facilidad, como un cuchillo extraído de
un pastel, y las cuchillas cortaron y arrastraron hacia
afuera todo lo que pudiera ser cortado y arrastrado.
Sangre, vísceras y cosas que muchos hubieran
agradecido no reconocer se desparramaron sobre la
tarima, a los pies del cuerpo amarrado de JJ, o
quedaron prendidas de las cuchillas del vibrador, que
la chica mostró en alto como un trofeo.
Y esa fue la señal, como una alarma de incendio,
y el caos se desató por todo el salón; gritos de mujeres,
las pocas que había entre la clientela, y después de
hombres; gente corriendo, mesas tumbadas, botellas
rotas; chorros de sangre saltaban entre el tumulto,
salpicaban las cortinas del mezanine, salpicaban las
mesas y las sillas, salpicaban las paredes; las chicas del
club corrían o brincoteaban sobre las barras y los
como de algún animal, y se lanzó con un impulso de
piernas hacia la cara de Charley, con la bocaza bien
abierta, con todos esos dientes, y esos colmillos...
La gemela (¡Kim, Sofía, qué rayos...!) clavó el
vibrador en la barriga de JJ. Aunque la punta del
juguete era roma, la fuerza que usó la chica no solo la
hizo abrir las carnes de JJ, sino que la fuerza del golpe
dobló el tubo de la tarima. Con el vibrador clavado en
las amplias entrañas del chico, ella oprimió el botón
para accionar las cuchillas.
Para accionar las cuchillas dentro del cuerpo de
JJ.
Un espasmo recorrió el cuerpo todavía vivo del
chico.
Y ella extrajo el vibrador de la panza de JJ, aún
con las cuchillas accionadas.
La fuerza de la mujer fue tal que el aparato salió
con engañosa facilidad, como un cuchillo extraído de
un pastel, y las cuchillas cortaron y arrastraron hacia
afuera todo lo que pudiera ser cortado y arrastrado.
Sangre, vísceras y cosas que muchos hubieran
agradecido no reconocer se desparramaron sobre la
tarima, a los pies del cuerpo amarrado de JJ, o
quedaron prendidas de las cuchillas del vibrador, que
la chica mostró en alto como un trofeo.
Y esa fue la señal, como una alarma de incendio,
y el caos se desató por todo el salón; gritos de mujeres,
las pocas que había entre la clientela, y después de
hombres; gente corriendo, mesas tumbadas, botellas
rotas; chorros de sangre saltaban entre el tumulto,
salpicaban las cortinas del mezanine, salpicaban las
mesas y las sillas, salpicaban las paredes; las chicas del
club corrían o brincoteaban sobre las barras y los