Page 150 - Telaranas
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Andrey apenas podía mantener los ojos abiertos,
y lo último que dijo, antes de cerrarlos y dejar caer su
cabeza sobre la almohada, ya sin energía, fue como el
balbuceo a rastras de un niño con sueño:
—Creo que... te a... mo...
Goldi lo besó en los labios y él ya casi no
reaccionó.
—No es imposible —dijo ella, con esa vocecilla
susurrante, haciendo círculos con el dedo sobre el
pecho de Andrey—; al contrario: es tal como debe ser.
Nos amaremos por siempre, pase lo que pase.
Y volvió a besarlo.
Pero fue en ese momento cuando Tad derribó la
puerta. Goldi vio con sus ojos azules enormes la
botella rota en la mano de Tad, y luego su rostro, que
no lucía furioso, ni amenazante, sino algo mucho peor:
decidido.
y lo último que dijo, antes de cerrarlos y dejar caer su
cabeza sobre la almohada, ya sin energía, fue como el
balbuceo a rastras de un niño con sueño:
—Creo que... te a... mo...
Goldi lo besó en los labios y él ya casi no
reaccionó.
—No es imposible —dijo ella, con esa vocecilla
susurrante, haciendo círculos con el dedo sobre el
pecho de Andrey—; al contrario: es tal como debe ser.
Nos amaremos por siempre, pase lo que pase.
Y volvió a besarlo.
Pero fue en ese momento cuando Tad derribó la
puerta. Goldi vio con sus ojos azules enormes la
botella rota en la mano de Tad, y luego su rostro, que
no lucía furioso, ni amenazante, sino algo mucho peor:
decidido.