Page 149 - Telaranas
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pero el DJ Muñe tenía los ojos en blanco
y las fauces abiertas;
el chico gritó,
y la ventanilla de la cabina se salpicó de sangre...
Aún había clientes que no se habían percatado,
que permanecían desKonectados, enaJenados,
eXtasiados, que no habían visto aún al gordo JJ
descuartizado en la tarima, ni a todo el personal del
club (bailarinas, meseras, guardaespaldas) atacando y
devorando a la clientela; un hombre de gorra y gafas
todavía deliraba con una chica saltando sobre sus
piernas, penetrada, mientras ella le mordisqueaba la
carne del cuello y le hundía más los dientes con cada
sentada; otro seguía gimiendo (no se sabía si de placer
o dolor o terror) con su pene en la boca de alguien, una
sombra, mientras una pelirroja que lo abrazaba por
detrás le arrancaba de un mordisco la carne del
hombro, dejando expuesta la clavícula; otro tenía
hundida la cabeza entre las piernas de una chica, el
rostro perdido en sus adentros, y la piel de la espalda
abierta y rasgada en jirones, mientras ella lo
desgarraba con sus uñas, como haciendo figuras en la
arena con las puntas de los dedos.
Kim o Sofía, o la maldita que fuera, lanzó al piso
el vibrador y luego ambas corrieron, o más bien
saltaron, o más bien volaron a ultimar a JJ, con las
formas de sus vestidos desplegadas como alas, y
aquellas miradas, y esas uñas, o más bien, esas garras,
¡esas garras!...
Y esos colmillos...
—Suena imposible, en este momento; pero creo
que te amo...
y las fauces abiertas;
el chico gritó,
y la ventanilla de la cabina se salpicó de sangre...
Aún había clientes que no se habían percatado,
que permanecían desKonectados, enaJenados,
eXtasiados, que no habían visto aún al gordo JJ
descuartizado en la tarima, ni a todo el personal del
club (bailarinas, meseras, guardaespaldas) atacando y
devorando a la clientela; un hombre de gorra y gafas
todavía deliraba con una chica saltando sobre sus
piernas, penetrada, mientras ella le mordisqueaba la
carne del cuello y le hundía más los dientes con cada
sentada; otro seguía gimiendo (no se sabía si de placer
o dolor o terror) con su pene en la boca de alguien, una
sombra, mientras una pelirroja que lo abrazaba por
detrás le arrancaba de un mordisco la carne del
hombro, dejando expuesta la clavícula; otro tenía
hundida la cabeza entre las piernas de una chica, el
rostro perdido en sus adentros, y la piel de la espalda
abierta y rasgada en jirones, mientras ella lo
desgarraba con sus uñas, como haciendo figuras en la
arena con las puntas de los dedos.
Kim o Sofía, o la maldita que fuera, lanzó al piso
el vibrador y luego ambas corrieron, o más bien
saltaron, o más bien volaron a ultimar a JJ, con las
formas de sus vestidos desplegadas como alas, y
aquellas miradas, y esas uñas, o más bien, esas garras,
¡esas garras!...
Y esos colmillos...
—Suena imposible, en este momento; pero creo
que te amo...