Page 152 - Telaranas
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centímetros por encima del pezón, y mientras ella
chillaba como una gata, con el cabello bien sujeto por
la mano de Tad, la sangre manó por ambas heridas
como el vino por los agujeros de un tonel. Tad golpeó
la base de la botella para hundirla más en la espalda
de la chica, y la botella salió hasta su ensanchamiento
en la herida del pecho, que se abrió como una boca
llena de sangre. Goldi lanzó un grito más parecido al
rechinar de dos metales que al grito de una mujer, y
sus brazos colgaron completamente laxos como si de
pronto hubiera perdido toda su fuerza; sus rodillas se
doblaron y quedó suspendida del cabello. Mientras su
grito caía en forma de glissando, hasta convertirse en
un quejido grave, áspero y gutural, como de hombre,
Tad la sostuvo por el cabello y la soltó cuando ella se
silenció definitivamente. Cayó de frente y su cabello se
esparció por todos lados, mezclándose con el
grandioso charco de sangre que se formaba alrededor
de ella, oscuro sobre la blanca alfombra como una
mancha de petróleo. En cuestión de segundos, la
expresión de pánico y dolor de su rostro pareció más
una deformidad que una expresión, con los párpados
caídos, los pómulos hundidos y las comisuras de la
boca entreabierta tiradas hacia abajo, como en una
máscara de cera derretida.
Tad observó el corte en la muñeca de Goldi, y
luego los restos de sangre en los labios de Andrey... y
comprendió.
Comprendió.
Extrajo la botella del cuerpo de Goldi,
sosteniendo el cadáver con el pie como si fuera un
trozo de madera del cual estuviera sacando la hoja de
un hacha, y se dirigió a la cama. La filosa punta de la
boquilla rota goteaba una sangre negra y aceitosa, que
chillaba como una gata, con el cabello bien sujeto por
la mano de Tad, la sangre manó por ambas heridas
como el vino por los agujeros de un tonel. Tad golpeó
la base de la botella para hundirla más en la espalda
de la chica, y la botella salió hasta su ensanchamiento
en la herida del pecho, que se abrió como una boca
llena de sangre. Goldi lanzó un grito más parecido al
rechinar de dos metales que al grito de una mujer, y
sus brazos colgaron completamente laxos como si de
pronto hubiera perdido toda su fuerza; sus rodillas se
doblaron y quedó suspendida del cabello. Mientras su
grito caía en forma de glissando, hasta convertirse en
un quejido grave, áspero y gutural, como de hombre,
Tad la sostuvo por el cabello y la soltó cuando ella se
silenció definitivamente. Cayó de frente y su cabello se
esparció por todos lados, mezclándose con el
grandioso charco de sangre que se formaba alrededor
de ella, oscuro sobre la blanca alfombra como una
mancha de petróleo. En cuestión de segundos, la
expresión de pánico y dolor de su rostro pareció más
una deformidad que una expresión, con los párpados
caídos, los pómulos hundidos y las comisuras de la
boca entreabierta tiradas hacia abajo, como en una
máscara de cera derretida.
Tad observó el corte en la muñeca de Goldi, y
luego los restos de sangre en los labios de Andrey... y
comprendió.
Comprendió.
Extrajo la botella del cuerpo de Goldi,
sosteniendo el cadáver con el pie como si fuera un
trozo de madera del cual estuviera sacando la hoja de
un hacha, y se dirigió a la cama. La filosa punta de la
boquilla rota goteaba una sangre negra y aceitosa, que