Page 30 - Telaranas
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fuertes. No te niego que hice daño. No te niego que a
veces no puedo dormir y que suelo conversar con

fantasmas más feos que el diablo; pero por lo menos
he sido duro como para que me den la estocada final.

He sido muy duro, pájaro; más duro de lo que puedes

imaginarte.
El pájaro entornó los ojos, tal vez dormía.

—Qué bien que no has escuchado —le dijo,
Bernardo, riendo—, porque de inmediato serías un

problema para mí. Es más, por haber sido tan discreto,
te traeré algo de comida, porque tienes hambre, ¿no es

cierto? No creo que Zacarías haya pensado en tu

comodidad un solo segundo, ¡qué va! Un hombre que
solo tiene una misión en la vida es solo un zombi, y yo

lo soy de alguna manera; tengo todavía la misión de
salvar el pellejo, ¿no es increíble? ¿Hasta cuándo será

para mí tan valioso este cuero arrugado? Con Míriam
había razón suficiente para ser tenaz; colaboré con los

alemanes para que no la mataran, sabiendo que solo
suspendía el plazo de su muerte segura y de la mía.

Pero huimos, pájaro, utilizamos lo que nos quedaba de
cerebro para tomar una ventaja. El olor a rusos los

volvió torpes en el último momento y el comandante

del campo supuso que Ismael —mi verdadero nombre,
para que lo sepas—, ya iba de camino a la fosa común

donde acribillaron a los últimos sobrevivientes. Luego
Míriam me siguió a todas partes. Porque ella siempre

supo lo que hice, mi labor policíaca dentro de los
campos, mi labor de espía y de informador, y sabía

también que yo había sido alguna vez un joven editor

y un hombre que jamás hubiera pensado en lo que se
convertiría. Ah, mi comprensiva Míriam…


II
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