Page 32 - Telaranas
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es cierto? A nosotras nos dejaron nuestros maridos. La
peor peste del mundo. ¡Ja! Los animales no joroban la

vida, son más agradecidos que ellos. Los hombres no
saben del valor de las cosas y creen que no fueron

paridos por una mujer.

—Puede tener una secretos que alarmarían al
mundo entero y eso no les quita el reposo a los

animales —acotó Rosalía—. Igual se acercan a
nosotras y comen de nuestra propia mano.

—Tienen toda la razón —dijo Bernardo,
sonriendo artificialmente.

—¿Y no ha vuelto a recibir noticias de Brasil? —le

preguntó Gertrudis.
—Nunca he recibido noticias de Brasil —contestó

Bernardo, apartándose un poco hacia atrás—. No
después de la inundación que sepultó el pueblo donde

vivía. Allá los ríos pasan, arrasan con todo y modifican
el paisaje. Nada de lo que era tuyo te pertenece.

—¿Y por qué no huyó a un país más tranquilo? —
dijo Rosalía—. No es un secreto que Colombia no es un

santuario de paz.
—No es que haya huido —replicó él, haciendo un

gesto sarcástico—. Esa palabra no es precisa —

enfatizó, analizando el gesto intrigante de la mujer.
Sintió de pronto que los vecinos ya estaban

empezando a lucubrar en torno a su misterio. Como
solía suceder. Llega un momento en que la gente, si no

sacia su afán de curiosidad, excava con sus propias
uñas y dientes.

—Así es —dijo Gertrudis, que tal vez esperaba

hacía varios años la respuesta de Bernardo. ¿Y por qué
Colombia después de la inundación? ¿Por qué un país

que está en guerra?
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