Page 60 - Telaranas
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alguien conocido, alguien que intentara salvarlo de
su pesadilla. Marcos llegó a odiar a su mejor amigo, a
la madre de este por haberlo mandado al infierno, y
principalmente a sí mismo por haber aceptado la
llave que selló su condenación.
Marcos estaba cansado, enfermo; así que trató de
abandonar el apartamento mientras tuviera la
oportunidad. Tomó las llaves del recinto y se dirigió a
la salida rápidamente.
Abrió la puerta y caminó hacia la calle; en ese
instante escuchó una risa demoníaca acompañada de
los rugidos del intruso. Marcos no tuvo más remedio
que regresar al apartamento antes de que la bestia lo
encontrara… En ese momento comprendió que no
podía escapar.
Al llegar la noche, después de no haber dormido
desde la pesadilla, llegó a la conclusión de que sólo
quedaba pelear o morir. Fue a la cocina, tomó un
cuchillo y trató de dormir, con la esperanza de que el
cuchillo siguiera su rastro hasta el sueño. El Intruso
de seguro percibió este intento desesperado y
permitió la entrada del cuchillo al mundo de sus
pesadillas.
Marcos reconoció que estaba "soñando" y en el
mismo hospital; las luces titilantes, las cuatro
puertas; todo era lo mismo. Trató esta vez con la
puerta sin rotulación, pero estaba cerrada. En ese
momento, Marcos se percató de que tenía el cuchillo
en el bolsillo. Decidió sentarse en el piso, en el centro
de la habitación, y esperar. Los destellos de las luces
se hacían cada vez menos frecuentes, y advirtió que
se acercaba la hora.
El sonido de la respiración de Marcos era lo
único que se escuchaba en todo el recinto, y se hacía
su pesadilla. Marcos llegó a odiar a su mejor amigo, a
la madre de este por haberlo mandado al infierno, y
principalmente a sí mismo por haber aceptado la
llave que selló su condenación.
Marcos estaba cansado, enfermo; así que trató de
abandonar el apartamento mientras tuviera la
oportunidad. Tomó las llaves del recinto y se dirigió a
la salida rápidamente.
Abrió la puerta y caminó hacia la calle; en ese
instante escuchó una risa demoníaca acompañada de
los rugidos del intruso. Marcos no tuvo más remedio
que regresar al apartamento antes de que la bestia lo
encontrara… En ese momento comprendió que no
podía escapar.
Al llegar la noche, después de no haber dormido
desde la pesadilla, llegó a la conclusión de que sólo
quedaba pelear o morir. Fue a la cocina, tomó un
cuchillo y trató de dormir, con la esperanza de que el
cuchillo siguiera su rastro hasta el sueño. El Intruso
de seguro percibió este intento desesperado y
permitió la entrada del cuchillo al mundo de sus
pesadillas.
Marcos reconoció que estaba "soñando" y en el
mismo hospital; las luces titilantes, las cuatro
puertas; todo era lo mismo. Trató esta vez con la
puerta sin rotulación, pero estaba cerrada. En ese
momento, Marcos se percató de que tenía el cuchillo
en el bolsillo. Decidió sentarse en el piso, en el centro
de la habitación, y esperar. Los destellos de las luces
se hacían cada vez menos frecuentes, y advirtió que
se acercaba la hora.
El sonido de la respiración de Marcos era lo
único que se escuchaba en todo el recinto, y se hacía