Page 56 - Telaranas
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espectral que atacaba el recinto disminuía casi
completamente la vista de quien osara merodear por

los alrededores.
Marcos revisó cada tumba, buscando la de su

mejor amigo, y si veía una lápida dotada con muchas

flores, tomaba algunas y las dejaba en las piedras
vacías en soledad, ya que, después de todo, el único

anhelo de los muertos es ser recordados.
En la última hilera de lápidas, en el rincón más

sombrío del cementerio, encontró la de Tomás. La
tumba, a pesar de haber sido abierta y "utilizada" si

acaso hacía dos semanas, parecía haber estado

desierta por más de una década.
—¡La personas más feliz y animada que conocí

está enterrada con la única compañía de un árbol
muerto! ¡¿Qué demonios le pasa a este mundo?! —

gritó Marcos hacia el cielo, que se encontraba a punto
de reventar.

Un fuerte viento empezó a golpear a Marcos
mientras los escalofríos se adueñaban de su espalda.

La brisa movía las únicas dos ramas del árbol
muerto, de manera que formaban la silueta de un

retorcido ser del inframundo intentando atraparlo. El

viento moviéndose entre sus grietas formaba un
sonido bajo, como una risa de ultratumba.

Marcos salió del cementerio y se dirigió al
apartamento, el cual se veía abandonado y

sumamente descuidado, como si nadie hubiera
estado allí en mucho tiempo. Entró, dejó sus maletas

en el cuarto de Tomás y decidió dormir un poco.

Muchas cosas habían pasado en poco tiempo y se
encontraba exhausto.

Entraron en funcionamiento esos sueños que se
confunden con la realidad, pero esta vez no eran tan
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