Page 48 - Puntas de Iceberg
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— ¡Hola mi amor! Perdona que se haya cortado la comunicación,

pero está haciendo un clima horrible aquí. En la tele dicen que es por

la tormenta solar tan intensa que está afectando muchos aparatos,
corta la electricidad y se pierde la comunicación de vez en cuando…


—Me alegro que se encuentren bien, pero prefiero que me des el
teléfono de ese motel, para llamar por cualquier cosa. No sabes

cuánto me preocupa que anden entre tanto enredo y cambios.
¿Cuándo regresan?

—El otro avión sale dentro de tres horas, en una hora debemos salir

para el aeropuerto que queda aquí cerca...

Soto miró el reló, eran la una y media.


—Bueno, mi amor, dame el teléfono de ese motel para poder
llamarte...


— ¿Llamarme? Si salimos en una hora… Bueno, está bien, para que
estés tranquilo te lo voy a dar, es el...

Un segundo corte. Soto se molestó, pero al menos sabía que sus

tesoros estaban bien. Las mentiras del loco no eran más que eso,
mentiras para poder burlarse de una persona honorable... Y la

píldora comenzó a hacer su trabajo, los ojos le pesaban. Un nuevo

timbrazo lo reanimó, de golpe, e hizo que levantara por enésima vez
la medio rota bocina:

—Hola otra vez, doctor Soto...


— ¡Yo no soy doctor, idiota! ¿Quién es usted, por qué me molesta
así? ¿Qué quiere? ¿No ve que esa broma se pasa de la raya?


—Por favor, tranquilícese. Tal vez fui muy directo antes, pero no
hallo cómo contarle las cosas, nunca hablo con la gente. Esta es una

oportunidad única, la tormenta me ha provisto de una…línea, sí, de
una línea telefónica, literalmente. Ya sé… ¿qué tal si le digo quién

soy? Aunque… igual le costará creerme, creo yo. Vea, como le
comentaba, yo lo conozco muy bien a usted, lo conozco desde que

nació. Soy…su destino.
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