Page 38 - Telaranas
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La forma en que la mujer empleaba la palabra
personaje podía ser tonta, pero al rato le pareció que
era correcta.
—Actué en esa guerra de todos modos —dijo él.
—¿De todos modos? Lo dice como si no hubiera
actuado correctamente.
—Es que así fue —dijo Bernardo, tapándose la
boca. No había querido decir esa frase, pero se sintió
liberado. El haberlo dicho le produjo un efecto
relajante. Miró a su alrededor; no parecía el montaje
de esos investigadores judíos que andan buscando
enjuiciar a los excolaboradores de los nazis y que
habrían dado cualquier cosa por grabar su
conversación.
—¿Perdón? —dijo ella.
—No, está bien.
Pensó más prudentemente que ella podía tener
una grabadora en su bolso. Se rascó la barba, hizo un
gesto de disgusto.
—Debió haber sido terrible —suspiró la mujer,
dirigiéndole un rostro pálido, y unos ojos negros
incisivos, capaces de penetrar de una manera
inquietante—. Uno solo ve las películas sobre la
Segunda Guerra Mundial y le parece como que
cuentan una historia que no existió.
—¿Cómo dijo?
—De lo cruel que fue esa guerra.
—Pero claro que existió —dijo Bernardo.
—Solo lo digo porque no se puede imaginar uno
que haya sido tan carnicera. Ni siquiera lo que pasa en
este país insensibiliza tanto para no darse cuenta de
que así fue. ¿Verdad? Tengo amigos que se volvieron
insensibles a lo que pasa en Colombia. Dios libre les
hable usted de crisis. Solo quieren saber de rumba. Y
personaje podía ser tonta, pero al rato le pareció que
era correcta.
—Actué en esa guerra de todos modos —dijo él.
—¿De todos modos? Lo dice como si no hubiera
actuado correctamente.
—Es que así fue —dijo Bernardo, tapándose la
boca. No había querido decir esa frase, pero se sintió
liberado. El haberlo dicho le produjo un efecto
relajante. Miró a su alrededor; no parecía el montaje
de esos investigadores judíos que andan buscando
enjuiciar a los excolaboradores de los nazis y que
habrían dado cualquier cosa por grabar su
conversación.
—¿Perdón? —dijo ella.
—No, está bien.
Pensó más prudentemente que ella podía tener
una grabadora en su bolso. Se rascó la barba, hizo un
gesto de disgusto.
—Debió haber sido terrible —suspiró la mujer,
dirigiéndole un rostro pálido, y unos ojos negros
incisivos, capaces de penetrar de una manera
inquietante—. Uno solo ve las películas sobre la
Segunda Guerra Mundial y le parece como que
cuentan una historia que no existió.
—¿Cómo dijo?
—De lo cruel que fue esa guerra.
—Pero claro que existió —dijo Bernardo.
—Solo lo digo porque no se puede imaginar uno
que haya sido tan carnicera. Ni siquiera lo que pasa en
este país insensibiliza tanto para no darse cuenta de
que así fue. ¿Verdad? Tengo amigos que se volvieron
insensibles a lo que pasa en Colombia. Dios libre les
hable usted de crisis. Solo quieren saber de rumba. Y