Page 136 - Telaranas
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bromas, o gente preguntando si era cierto que yo hacía
eso. Hasta que un día... un día, el chico apareció
inconsciente en el patio de la escuela, molido a golpes,
con un marcador de pizarra metido en el trasero, y el
borrador en la boca; le metieron el borrador con tanta
fuerza que le quebraron los dientes. Nunca se
comprobó quién fue, porque ni él mismo supo; lo
atacaron de pronto y no pudo ver a nadie. Pero todos
sabíamos que había sido Tad; incluso los profesores lo
sabían... Nadie volvió a molestarnos por el resto de los
años de escuela.
Hizo una pausa meditabunda, y luego continuó,
cada vez más ensimismado, casi olvidando que Goldi
le estaba haciendo lo que, por supuesto, él no hacía en
los baños de la escuela:
—A veces... a veces, él me da miedo, pero creo
que... tal vez soy un poco deshonesto, un poco
interesado, porque estar con él... tú entiendes, andar
con el tipo al que todos respetan, con el que nadie se
mete... es como ser amigo de un gángster. Después de
la escuela, él fue a estudiar a Europa y yo me quedé
aquí; pensé que nunca más volvería a verlo; pero él
regresó y me buscó, y seguimos siendo amigos. Creo
que volvió de allá el doble de callado y grosero que
antes, y creo que hasta el día de hoy, sigo siendo su
único amigo.
Hizo otra pausa, recordando.
—¿Sabes? Una vez... una vez pasó algo, algo
demasiado... Eeeeeh, demasiado no sé. Hubo una
chica... o más bien, una mujer; tenía treinta y tantos
años, era modelo de pasarelas y ropa interior; era alta,
rubia, espectacular, creo que medía casi dos metros de
estatura; conducía un BMW; había sido novia de un
futbolista y del alcalde. La conocimos en una fiesta de
eso. Hasta que un día... un día, el chico apareció
inconsciente en el patio de la escuela, molido a golpes,
con un marcador de pizarra metido en el trasero, y el
borrador en la boca; le metieron el borrador con tanta
fuerza que le quebraron los dientes. Nunca se
comprobó quién fue, porque ni él mismo supo; lo
atacaron de pronto y no pudo ver a nadie. Pero todos
sabíamos que había sido Tad; incluso los profesores lo
sabían... Nadie volvió a molestarnos por el resto de los
años de escuela.
Hizo una pausa meditabunda, y luego continuó,
cada vez más ensimismado, casi olvidando que Goldi
le estaba haciendo lo que, por supuesto, él no hacía en
los baños de la escuela:
—A veces... a veces, él me da miedo, pero creo
que... tal vez soy un poco deshonesto, un poco
interesado, porque estar con él... tú entiendes, andar
con el tipo al que todos respetan, con el que nadie se
mete... es como ser amigo de un gángster. Después de
la escuela, él fue a estudiar a Europa y yo me quedé
aquí; pensé que nunca más volvería a verlo; pero él
regresó y me buscó, y seguimos siendo amigos. Creo
que volvió de allá el doble de callado y grosero que
antes, y creo que hasta el día de hoy, sigo siendo su
único amigo.
Hizo otra pausa, recordando.
—¿Sabes? Una vez... una vez pasó algo, algo
demasiado... Eeeeeh, demasiado no sé. Hubo una
chica... o más bien, una mujer; tenía treinta y tantos
años, era modelo de pasarelas y ropa interior; era alta,
rubia, espectacular, creo que medía casi dos metros de
estatura; conducía un BMW; había sido novia de un
futbolista y del alcalde. La conocimos en una fiesta de