Page 137 - Telaranas
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Año Nuevo de un club de la ciudad, poco después de
que Tad volvió de Europa. Ella vio a Tad y quedó
hechizada, te juro que quedó hechizada. Lo siguió, le
habló, le pidió que salieran, averiguó dónde vivía,
dónde trabajaba, su número de teléfono... Nunca he
visto a una mujer desear tanto a un hombre; y mucho
menos a una como esa. Podía tener al hombre que
quisiera, ¡a cualquiera! Y una noche, Tad y yo fuimos
al apartamento de él, después de una fiesta, y cuando
abrimos la puerta, ella estaba ahí. Se había robado una
copia de la llave, no sé cómo (creo que seduciendo al
portero), y entró antes de que llegáramos. Vestía un
camisón negro demasiado excitante; ¡era fabulosa! Se
sentó en el sofá de Tad con las piernas abiertas, frente
a nosotros, y me pidió que me largara, que los dejara
solos. ¡Rayos, era el sueño de cualquier hombre! Uno
puede ser un tipo apuesto y con dinero y vivir cien
años, y aún así tal vez no llegue a ver jamás a una
mujer como ella ofreciéndose de esa manera. Pero Tad
le pidió que se fuera. Se lo pidió amablemente, me
consta; es una de las pocas veces que lo ha hecho. Y
ella se negó. Tad se lo pidió varias veces, cada vez más
molesto; pero ella insistía en quedarse. Trató de
provocarlo, se quitó el camisón, le mostró los senos,
empezó a masturbarse frente a nosotros...
Normalmente me hubiera gustado ver todo eso; pero
en aquel momento fue... perturbador. Tad empezó a
gritar y ella se tiró al suelo, se abrazó a sus piernas y le
suplicó, ¡le suplicó llorando que la tomara, que la
violara, que le hiciera lo que él quisiera!
Goldi dejó de hacer... lo que fuese que estuviera
haciendo con su boca en alguna parte del cuerpo de
Andrey, y lo miró con un súbito interés en lo que él
que Tad volvió de Europa. Ella vio a Tad y quedó
hechizada, te juro que quedó hechizada. Lo siguió, le
habló, le pidió que salieran, averiguó dónde vivía,
dónde trabajaba, su número de teléfono... Nunca he
visto a una mujer desear tanto a un hombre; y mucho
menos a una como esa. Podía tener al hombre que
quisiera, ¡a cualquiera! Y una noche, Tad y yo fuimos
al apartamento de él, después de una fiesta, y cuando
abrimos la puerta, ella estaba ahí. Se había robado una
copia de la llave, no sé cómo (creo que seduciendo al
portero), y entró antes de que llegáramos. Vestía un
camisón negro demasiado excitante; ¡era fabulosa! Se
sentó en el sofá de Tad con las piernas abiertas, frente
a nosotros, y me pidió que me largara, que los dejara
solos. ¡Rayos, era el sueño de cualquier hombre! Uno
puede ser un tipo apuesto y con dinero y vivir cien
años, y aún así tal vez no llegue a ver jamás a una
mujer como ella ofreciéndose de esa manera. Pero Tad
le pidió que se fuera. Se lo pidió amablemente, me
consta; es una de las pocas veces que lo ha hecho. Y
ella se negó. Tad se lo pidió varias veces, cada vez más
molesto; pero ella insistía en quedarse. Trató de
provocarlo, se quitó el camisón, le mostró los senos,
empezó a masturbarse frente a nosotros...
Normalmente me hubiera gustado ver todo eso; pero
en aquel momento fue... perturbador. Tad empezó a
gritar y ella se tiró al suelo, se abrazó a sus piernas y le
suplicó, ¡le suplicó llorando que la tomara, que la
violara, que le hiciera lo que él quisiera!
Goldi dejó de hacer... lo que fuese que estuviera
haciendo con su boca en alguna parte del cuerpo de
Andrey, y lo miró con un súbito interés en lo que él